El pasado 19 de septiembre, a propósito del Mes de la Herencia Hispana, el popular buscador de internet, Google, publicó un nuevo doodle, mediante el cual homenajeó a una importante, pero casi desconocida figura de la comunidad latina. La sencilla obra, creada por el artista cubano-americano Derek Abella, sirvió para rendirle honores a Emerson Romero, actor de cine mudo conocido por crear algunas de las primeras técnicas con el objetivo de hacer películas accesibles para las personas sordas.
Curiosamente, resulta que Emerson fue primo de César Romero, quien alcanzó gran celebridad por ser el primero en dar vida en acción real al personaje de El Guasón (The Joker), el cual apareció en la serie de televisión Batman, transmitida por la cadena ABC entre 1966 y 1968.
Pero más allá de esta interesante coincidencia familiar, ampliamente ignorada por los biógrafos del bueno de César, ¿qué más se sabe sobre su pariente Emerson, un hombre que puso su mayor esfuerzo en ayudar a aquellos que, por la razón que fuera, habían sido privados del sentido de la audición?
Del daño al descubrimiento de sus primeras pasiones
Emerson Romero nació en La Habana el 19 de agosto de 1900 y fue el segundo de los tres hijos de una familia de buena posición, que tenía negocios de exportación de azúcar hacia territorio estadounidense.
Aunque escuchaba perfectamente, cuando contaba seis primaveras las tos ferina se llevó para siempre su audición. Al año siguiente de este triste suceso, sus padres decidieron enviarlo a la Wright Oral School, escuela neoyorquina especializada en la enseñanza del inglés a personas sordas.
Tras graduarse de la institución en 1915, siguió viviendo en la Gran Manzana, en donde asistió a varias escuelas no especiales, como la Stuyvesant High School de esa ciudad, además de la Interlaken High School, de Indiana, y la Blair Academy, de Nueva Jersey, en donde obtuvo su título de bachiller.
A la par de sus estudios, destacó como atleta en las disciplinas de baloncesto y boxeo. Como púgil, en las divisiones de 135 y 145 libras, obtuvo varios galardones en las categorías de enseñanza secundaria.
Ya en sus años universitarios, matriculó la carrera de química en la renombrada casa de altos estudios de Columbia, Nueva York. Tras un año allí, se trasladó al Lafayette College de Pensilvania, en donde haría par de cursos más antes de abandonar definitivamente la academia, al parecer debido a problemas económicos que afrontó su familia.
De la banca al cine
En suelo norteamericano, Emerson trabajó un tiempo en el Banco de la Reserva Federal, justo antes de volver a su país de origen en la década de 1920. Debutó en el cine con A Yankee in Havana, comedia escrita por Dorian, su hermano mayor. Aunque aquel filme no llegó lejos, al menos sirvió para que el joven fuera descubierto por Richard Harlan, director de la Pan American Pictures Corp., productora que radicaba en Cuba, impulsada por dinero estadounidense.
Durante los siguientes años, el joven que empezó a usar el seudónimo de Tommy Albert a pedido de los distribuidores, participó en más de una veintena de cortos, entre los que destacaron títulos como Great Guns, Sappy Days, Beachnuts, Henry Pecked in Morocco, The Cat’s Meow y el remake de Tillie’s Punctured Romance, todas comedias de enredos que por entonces hacían las delicias del gran público.
Curiosamente, en tres de esos materiales, compartió el protagonismo con su compatriota, Carmen de Arcos, actriz sordomuda de la que siempre tuvo la mejor opinión.
“A Carmen de Arcos la halagaba Emerson diciendo que era mucho más bella en realidad que lo que ya era en la pantalla (y añadía que eso era a diferencia de él, que sólo a fuerza de maquillaje cobraba buen aspecto en los filmes)”, según publicó el periodista John E. Penn en una entrevista realizada a Emerson en 1926 y publicada en el periódico para sordos, The Silent Worker.
En la Pan American, además de actuar, ejerció como guionista, corrector y editor, entre otros roles detrás de cámaras. “Feliz el hombre cuyo trabajo es su distracción. Así que soy feliz en mi trabajo. ¿Recuerdas lo que nuestra amiga, la Señorita Helen Keller, dijo cuando alguien le preguntó cuál sería la primera cosa que desearía ver si pudiera recuperar la vista? ¿No? Bueno, ella dijo que lo primero que le gustaría ver es una cara sonriente. ¿No es maravilloso?”, dijo en algún momento.
Para 1927, el cine cambió por completo con la irrupción del sonido en las películas. Esto hizo que, de pronto, dejaran de incluirse títulos y subtítulos en las producciones y que, por tanto, las personas sordas fueran marginadas como audiencia.
Durante esa época, Emerson regresó a trabajar en la Reserva Federal y paralelamente se volcó hacia el teatro. En 1934, fundó junto a sus colegas y amigos Sam Block y John Funk, el Gremio de Teatro de Sordos (Theatre Guild of the Deaf), grupo que montó un sinnúmero de obras en las que el cubano fungió como intérprete e incluso director.
A problemas, soluciones
Veinte años después de que el cine sonoro sustituyera al mudo, Romero hizo historia en su intento de crear la versión rústica de un sistema de subtítulos para que los sordos pudieran disfrutar del cine en condiciones. El artista usó el método de cortar trozos de celuloide e insertar las palabras entre fotogramas, de forma que los no oyentes pudieran estar al tanto de la historia.
Luego de completar algunas copias, el por entonces trabajador de la empresa aeronáutica Republic Aviation, envió los resultados de su trabajo a varias organizaciones y escuelas de sordos. Sin embargo, la mala calidad de las cintas que le había facilitado su hermano y las precarias condiciones técnicas y económicas que tenía, le impidieron crear más películas de este tipo y avanzar más en el perfeccionamiento de su revolucionaria metodología.
Con el tiempo, aquella técnica innovadora puesta en práctica por él, sirvió como inspiración para Edmund Burke Boatner, superintendente de la Escuela Americana para Sordos, que logró desarrollar un mecanismo más eficiente para el subtitulado, y eventualmente sería uno de los fundadores del programa de Películas Subtituladas para Sordos, financiado por el gobierno de los Estados Unidos.
Además de sus intentos por hacer el cine más accesible a las personas con problemas auditivos, en 1959 Romero tuvo éxito en la invención del Vibralarm, una suerte de despertador vibratorio que sacó de apuros a muchas personas en esta situación. Posteriormente, creó toda una línea de productos similares como timbres, detectores de humo e incluso alarmas para bebés. Junto a su labor como inventor, también destacó por su rol como editor de la ya desaparecida revista Digest of the Deaf.
Más allá de su genialidad para la ciencia y el cine, los actos altruistas de Emerson para con la comunidad sorda lo convirtieron en un pionero de la inclusión. A propósito de estos méritos, en 1970 la Asociación Cívica de Sordos de la Ciudad de Nueva York le otorgó su premio anual al logro cívico “en reconocimiento a sus incansables esfuerzos y dedicación a los sordos”.
Este habanero y cubano ilustre murió el 16 de octubre de 1972 en Boulder, Colorado, ciudad en donde residía junto a su esposa desde abril de ese mismo año.
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