La historia del narco cubano que apadrinó a uno de los capos más famosos de los últimos años

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Ismael El Mayo Zambada. Foto tomada de Político MX.

El pasado jueves 25 de julio en El Paso, Texas, tuvo lugar una de las capturas más importantes de los últimos tiempos en la lucha contra el narcotráfico. Ese día, el capo mexicano conocido como Ismael “El Mayo” Zambada vio cortada su racha de 35 años eludiendo a la justicia, gracias a una operación encubierta armada por el FBI en alianza con el conocido Joaquín “El Chapo” Guzmán.

Lo que muchos no saben es que este célebre narcotraficante de 76 años, creció a la sombra de un cubano que se dedicó a adiestrarlo para convertirse en uno de los principales cabecillas del crimen organizado en México y en todo el mundo.

Según asegura el periodista Frederick Venables en un perfil sobre ambos, Antonio Cruz Vázquez, mentor de El Mayo, nació en La Habana alrededor de 1926 o 1927 y se convirtió en capitán de la policía.

Poco después del 1 de enero de 1959, Cruz Vázquez se “desapareció” y se supo de él nuevamente en Nicaragua, donde se rumoraba sobre sus posibles vínculos con la CIA. Poco más de un año más tarde fue arrestado en Laredo, Texas, mientras transportaba un vehículo robado desde la Florida.

Otra de las informaciones de la época refieren que tenía papeles de residencia en Nueva York y que portaba un certificado de nacimiento falso, que lo identificaba como ciudadano puertorriqueño.

Niko, como también era conocido, también usaba el alias de Edgar Cruz y volvió a meterse en problemas en 1970, cuando fue capturado en la zona de Alamogordo, Nuevo México, en posesión de casi 600 libras de marihuana. Por esa causa fue condenado a un lustro de privación de libertad en la prisión de Latuna, Texas, pero fue liberado luego de tres años debido a su buena conducta y a la gravedad de sus problemas cardíacos.

Tras su excarcelación, volvió a México, exactamente a Culiacán, donde se casó con Modesta Zambada García, miembro de una familia de exiliados cubanos. Allí los Zambada se convertirían en proveedores de Vázquez y su “emprendimiento” de heroína.

Desde esa posición, Niko apadrinó a su cuñado Ismael y lo fue curtiendo mediante todo tipo de tareas que lo transformaron en un criminal en toda regla. Este último era un chico muy pobre y huérfano de madre, que se ganaba la vida lavando llantas de camiones para ayudar a su familia.

Con la caída de la llamada Conexión Francesa en 1972, se abrió una nueva oportunidad para los traficantes al norte del continente. Por si fuera poco, en el 75 fue detenido Alberto Sicilia-Falcón, lo cual le facilitó el ascenso a Cruz y los Zambada.

Si bien la operación prosperaba, Niko temía por la seguridad de sus hijos. Por esa razón se mudaron a Las Vegas, en donde el cubano inició una escalada de ostentación, que incluyó regalarle un Porsche a otro de sus cuñados, Jesús “El Rey” Zambada, quien era apenas un adolescente.

Desde su base de operaciones en la famosa ciudad, Cruz Vázquez creó corredores por Tijuana y extendió sus garras hasta Los Ángeles, donde llegó a ser reconocido como uno de los narcos más “duros” de la costa oeste.

La vida de excesos de Antonio llegó a tales puntos que, entre juegos y gastos en fiestas, perdió aproximadamente 2.9 millones de dólares. Obviamente, esto llamó la atención de las autoridades estadounidenses, que finalmente movieron ficha en su contra y lo arrestaron el 28 de enero de 1978 junto a su piloto, James Walker, y otros nueve de sus “socios”, quienes eran parte de una operación con heroína que generaba 18 millones de dólares anuales.

En el juicio, el capo antillano estuvo cerca de salir indemne, pues las más de 200 grabaciones realizadas a él y a sus colegas no fueron selladas a tiempo. Afortunadamente para la fiscalía, el error fue subsanado y le impusieron una pena de quince años en una prisión federal, además de la condicional de por vida, en caso de que fuera puesto en libertad.

Según el perfil publicado por el periodista Frederick Venables, Antonio Cruz Vázquez nunca terminó su condena y murió en algún momento de los años 80. Se dice que su cadáver está sepultado en Miami.

Caída y despegue

El arresto de su principal “profesor” colocó a El Mayo en una posición inmejorable para heredar el mando del negocio familiar. El capo en ciernes aprovechó sus conocimientos de la red logística y de contactos, que le garantizaban mover la “merca” con la venia de la policía mexicana, y también asumió el control sobre las propiedades de su hermana Modesta, elementos fundamentales  en el proceso para lavar dinero.

De su “padrino” cubano aprendió a hacer lo necesario para garantizar la lealtad de sus asociados y también la de su comunidad, dos factores que incidieron en que pudiera eludir durante décadas todos los intentos de captura en su contra.

Aunque Antonio no lo supo entonces, seguramente la principal lección que le dio a Israel provino de su error más grande: la vida sumamente lujosa que llevaba. De ahí que el entonces joven aprendió que había que “volar bajo” para evitar atraer a las fuerzas del orden.

Para 1989, ya convertido en toda una celebridad dentro de su mundillo, El Mayo se uniría al conocido Joaquín “El Chapo” Guzmán para fundar el tristemente célebre e influyente Cártel de Sinaloa, organización que continúa en activo a las órdenes de su hijo, Ismael Zambada, alias “El Mayito Flaco”.

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