El 28 de abril de 2010, Javier Monzón tomó un vuelo rumbo a España. Allí se encontraba su madre. Salió con 17 años, cumplidos en febrero. Atrás dejaba los mejores recuerdos con sus compañeros del equipo de béisbol de Ciudad Habana y a dos entrenadores muy importantes para él: Nicolás Reyes y Orbe Luis Rodríguez. En su mente comenzaba a alimentar el deseo de jugar algún día en Grandes Ligas. Nunca pasó por la Serie Nacional, pero antes de partir probó las emociones indescriptibles de salir al ruedo en el estadio Latinoamericano. Ocurrió en una final de la categoría 15-16 contra Villa Clara.
Al año siguiente de su llegada se involucró en la División de Honor (D.H.), con el conjunto CB Viladecans. Agradece su debut en la liga cimera española al cubano Francisco Despaigne, quien no se equivocó cuando dijo que el habanero, a pesar de su juventud, estaba listo para desempeñarse en ese campeonato. Sus prestaciones estuvieron disponibles para el Viladecans desde 2011 hasta 2013.
En ese período, en 2012 exactamente, permaneció dos semanas concentrado en una academia de los Bravos de Atlanta en Tenerife. Luego entrenó con un pelotero venezolano, que militó en la D.H. con el CBS Sant Boi, el cual tenía varios contactos importantes, entre ellos Luis Sojo, ex jugador de Grandes Ligas y actual director de la selección española. A Sojo le enviaron un video de Monzón y él quedó muy conforme con lo visto. Le sacó un pasaje para que se incorporara a su academia en Barquisimeto.
La desinformación le hizo una mueca al cubano, pues al llegar a Venezuela, en noviembre de 2012, no pudo entrar al país por no tener visa. Retornó a España y luego voló hacia República Dominicana, donde permaneció 18 meses, de 2013 a 2015. Hizo numerosos tryouts, tantos que ni recuerda la cantidad. Pertenecía a la academia de Carlos Paulino, en Nizao, donde nació el gran Vladimir Guerrero.
“Me fue muy bien en los tryouts, hacía 6.2 en las 60 yardas, tenía un buen brazo, un buen bate y los equipos mostraban interés, pero al final terminaban desistiendo. Tal vez era porque mi representante pedía mucho por mí. Casi a punto de regresar a España, cuando había perdido las esperanzas después de tantos showcases, llegué a un acuerdo con los Azulejos de Toronto”.
Consiguió el pacto con 23 años, pero en ese momento no fue el hombre más feliz del mundo. Por una parte, consiguió la anhelada firma por la que muchísimos peloteros salen de Cuba, pero, por la otra, se sintió decepcionado al acordar por un bono muy pequeño de 10 mil dólares. “Me dio un bajón tremendo cuando me informaron que firmaría por esa cantidad, me sentí un pelotero barato, pero bueno, después me alegré, yo quería jugar”.
En el spring training de su primera temporada, el inglés lo llevó contra las cuerdas varias veces. Era el único cubano en ese momento, no conocía a nadie y los entrenos eran en ese idioma. Su primer año con la organización fue 2016: una parte la jugó en la Rookie de día, en Tampa, y la otra en la Rookie de noche, en Virginia.
La llegada de Lourdes Gurriel Jr. a los Azulejos favoreció la aclimatación de Monzón en el club al año siguiente. Se conocían desde Cuba, en los torneos nacionales de categorías menores. Durante el spring training de 2017 Javier pensó que lo subirían de nivel, algo que no ocurrió.
El nacido en Centro Habana se sentía en condiciones de ascender en el circuito de Ligas Menores. Pasaban las jornadas y el momento no llegaba. Tenía 25 años y su esposa en España estaba embarazada. Confiesa que marchaba junto a la desesperanza, al ver que otros subían de nivel y él no.
Un día decidió no salir a entrenar, les respondió a los directivos que lo hizo porque no se sentía valorado. Actualmente el capitalino reconoce que se precipitó en su determinación, la cual influyó en que luego los Azulejos lo liberaran, a pesar de que un entrenador le dijo que con él la franquicia tenía planes.
“Al principio no me arrepentí de lo sucedido, ya estaba con mi familia, vi a mi hija nacer. Pero después que pasaron los años pensé que podía haber continuado en la organización y seguir desarrollándome en Estados Unidos. Con las condiciones que tengo y el buen momento deportivo que vivo, probablemente hubiera llegado más lejos con los Blue Jays”, explica el utility, quien estuvo bien cerca de jugar este año con San Marino, en la Serie A1 italiana.
A su regreso a España en 2017, Monzón confiesa que valoró la posibilidad de no jugar más béisbol. Sin embargo, Francisco Despaigne era el manager del Viladecans en ese momento y lo convenció de integrarse a su novena, con la que jugó en 2018 y 2019, en esta última teniendo una actuación fenomenal a la ofensiva que le valió su inclusión en la preselección nacional española. Eso fue posible gracias a que recibió la ciudadanía.
Durante tres semanas estuvo en un concentrado en el que predominaban los jugadores establecidos con el plantel ibérico. No obstante, pudo incluirse entre los elegidos y su debut con la camisa española ocurrió en un tope contra Italia. En su primera vez al bate falló en un fly al center field y después vino con el partido igualado en el noveno inning y decidió con jonrón.
Su primer torneo internacional bajo la dirección de Luis Sojo tuvo lugar en Alemania (2019), donde se desarrolló el Campeonato Europeo. Se estrenó precisamente contra el elenco italiano, de emergente, y disparó un doble por encima de la antesala. Después el cuerpo técnico le permitió ser titular ante Austria y con el madero se lució: tubey, cuadrangular y seis carreras impulsadas.
De ese certamen salieron con la medalla de bronce y la clasificación al Preolímpico de Europa y África, en Italia, país al que fueron en un vuelo directo desde Alemania. Durante ese torneo el habanero recibió pocas chances, pero tuvo la posibilidad de competir con numerosos jugadores profesionales, varios de ellos residentes en Estados Unidos e integrantes del conjunto de Israel, campeón a la postre y con el cupo para Tokio 2021.
Tras cinco temporadas con el Vila, su sexto año en la D.H. será en representación del CBS Sant Boi, con el que acordó un contrato por siete meses. Asegura que se encuentra en su mejor momento deportivo y físico, es un jugador más maduro y pretende ser un hombre historia en el béisbol español.
“Quiero que me recuerden como el cubano que hizo historia en la División de Honor y en la selección absoluta. Ojalá y pueda representar a este país en un Clásico Mundial. Para el futuro más próximo quiero lograr 30 bases robadas y 15 jonrones en una campaña, y no descarto dominar varios departamentos de por vida. Ya te digo, me siento entero”.
En cinco campeonatos en D.H. y dos Copas de Rey, Javier batea .313, con 140 imparables, 16 jonrones, 75 impulsadas, 52 bases robadas, 132 anotadas, 26 dobles y 22 triples.
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