Este lunes, en redes sociales, se conoció la lamentable noticia del fallecimiento en Estados Unidos de José Antonio Coro, actor cubano que alcanzó gran reconocimiento, sobre todo por su trabajo en programas infantiles de la televisión cubana, con los que crecieron varias generaciones. Hasta el momento no hemos conocido la causa de su deceso.
Nacido en Consolación del Sur (Pinar del Río) el 4 de julio de 1940, estudió en la Escuela Normal para Maestros, además de contabilidad, especialidad que finalizó en la Universidad de La Habana luego de trasladarse junto a su familia hacia la capital del país en la década del sesenta.
Más adelante, según contó en su propio blog, se convertiría en empleado del Instituto del Libro, también de una empresa de servicios del cuerpo diplomático, así como de equipos universitarios de estudios económicos y también trabajaría como auditor del Banco Nacional de Cuba.
En 1963 comenzó en la actuación de manera aficionada hasta que cuatro años más tarde el ICRT lanzó una convocatoria para captar nuevos actores y él estuvo entre los seleccionados.
«Tanto en radio como en televisión me fui destacando en los espacios infantiles sobre todo; más en televisión, donde la imagen permanece en la memoria del televidente y poco a poco iba surgiendo como figura importante en los programas de corte infantil: Caritas, Aventuras, A Jugar, Variedades Infantiles, Toqui, entre otros. Entregando en cada uno alegrías, enseñanzas y entretenimiento a grandes y chicos; programas que disfrutaba hasta la saciedad. Incluso, después empecé a recibir con agrado de parte de los pequeñines, un nuevo y cariñoso apelativo: Corito», escribió en su sitio web.
A José Antonio se le recuerda, además, por su participación en espacios de gran popularidad como Amigo y sus amiguitos y Tía tata cuenta cuentos. En este último surgió el personaje de Jotavich, títere que lo acompañaría durante el resto de su trayectoria y a quien dio voz y movimiento en Las aventuras del viejo Jotavich, transmitido en la televisión nacional entre mediados de los ochenta y principios de los noventa.
«¡Me arranco un pelo de la barba…! ¿Se acuerdan? Era la frase con la que el pícaro y travieso anciano desaparecía –por arte de magia– cuanto se le antojaba. Jotavich tuvo mucha influencia en los niños y jóvenes cubanos; muchos aún hoy me recuerdan por ese personaje», contó en su blog.
En 1992 decidió salir de Cuba y se marchó hacia México, donde trabajó en telenovelas de Televisa (Si Dios me quita la vida, Azul, Esmeralda) y TV Azteca (Súbete a mi moto, Lo que callamos las mujeres, La hija del jardinero, entre otras) y, además, se presentó junto a su inseparable Jotavich en diferentes plazas. En ese territorio igualmente apareció en más de 100 comerciales.
Quince años después de partir de su tierra natal se trasladó hacia Florida, Estados Unidos, donde murió a los 83 años. En ese país promocionó su labor al frente de un taller de actuación.
En su currículo también figuran largometrajes como Clandestinos, El hombre de Maisinicú y Se permuta.
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