Felices los que tienen un techo para cubrirse de la noche, los que tienen buenas piernas, buenas manos para el trabajo; pero sobre todo, la cabeza buena. No como estos: fracturados, mancos, gagrenosos. Felices los que pueden llorar, pues tienen por quién.
Apenas dos kilómetros y un recorrido de 50 minutos en el municipio Cerro bastó al fotorreportero David Gómez para capturar con el lente a estas almas penantes. No sabemos si penitentes…
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