
A sus 38 años, Januel Hernández Ojeda se ha convertido en una de las revelaciones de la televisión cubana, gracias a su papel de Alejandro en la telenovela Sábados de Gloria. Sin embargo, su camino hacia la actuación está marcado por giros inesperados y una persistencia admirable.
El oriundo de Jagüey Grande, Matanzas, nunca imaginó que terminaría siendo actor. Una de sus pasiones iniciales fueron los deportes extremos, llegando a formar parte del equipo nacional de patinaje de acrobacia. De hecho, su primer acercamiento al mundo de la actuación fue como entrenador de dicha especialidad en la serie juvenil Adrenalina 360, donde terminó apareciendo en algunos episodios con un pequeño papel.
«Nunca me pasó por la cabeza actuar», confesó en una entrevista reciente. «Yo quise ser muchas cosas, arqueólogo, licenciado en cultura física; incluso fui deportista muchos años cuando estuve en el equipo nacional de deportes extremos y –precisamente– estando aquí apareció la actuación y ya tenía como 27 años».
Su camino hacia dicha profesión no fue convencional. Tras dos intentos fallidos de ingresar a la Universidad de las Artes (ISA), en lugar de rendirse, encontró en el teatro su verdadera escuela. «Llego al grupo de aficionados Olga Alonso con el maestro Humberto Rodríguez», relató a CubaSí, describiendo un recorrido que lo llevó por Berenjena Teatro, la compañía Rita Montaner y finalmente a Ludi Teatro, donde permanece actualmente bajo la tutela de Miguel Abreu.
El salto a la televisión llegó con pequeños papeles y participaciones en Tras la Huella y algunos videoclips, hasta que su interpretación en la telenovela Renacer le abrió las puertas para Sábados de Gloria. «Estando en Renacer, en un día de rodaje, me entero de que estaban haciendo casting para Sábados de Gloria y me presento», compartió con CubaSí. «Hice casting para Alex, desde el principio fue para Alex. No hice casting para más ningún personaje».
La conexión entre Januel y su rol es notable. «Yo diría que hay un 80 por ciento de Januel en Alejandro», reveló a la Agencia Cubana de Noticias. Ambos comparten experiencias similares: los intentos de ingresar al ISA, una búsqueda espiritual y el deseo de ayudar a los demás.
Detrás de las cámaras, Hernández revela facetas sorprendentes. Es cinturón negro en karate, practica artes marciales desde los ocho años y, curiosamente, prefiere que lo llamen Manolo, un apodo que surgió en su época de secundaria. A pesar de su éxito actual, se describe como «súper tímido», aunque el teatro le ha ayudado a manejar esa característica suya.
Actualmente, además de sus presentaciones en Ludi Teatro, sueña con la pantalla grande y especialmente con interpretar un personaje negativo que lo saque de su zona de confort. «Tengo mucho deseo de hacer cine, he hecho cositas bien pequeñas, pero me encantaría ir por más», confesó.
Si algo lo define es su gratitud y fe inquebrantable. «Si de algo estoy seguro en esta vida es de mi fe, es lo único que me mantiene vivo», afirmó. «Por eso confío en el proceso, agradezco cada resultado y disfruto los planes que tiene Dios para mí».
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