Conozca la teoría que vinculó a Cuba con la muerte de Marilyn Monroe

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Marilyn Monroe. Foto tomada de Wikipedia.

Alrededor de las 4:00 am del 4 de agosto de 1962, el doctor Hyman Engelberg llegó al número 12305 de Fifth Helena Drive, en el barrio angelino de Brentwood. Allí le esperaban el psiquiatra Ralph Greenson y el ama de llaves Eunice Murray, quienes ya habían constatado lo terrible de la situación. Sin embargo, no fue hasta que Engelberg dictó oficialmente el deceso de Norma Jeane Mortenson, conocida por todos como Marilyn Monroe, que todos sintieron cómo flaqueaban un poco sus piernas.

Con aquella muerte se engrandecía aún más el mito de Marilyn, la rubia explosiva, despampanante y seductora, convertida en icono de la cultura popular luego de protagonizar varios clásicos del cine hollywoodense.

Una hora después de haber sido declarada como muerta, llegaría al lugar Jack Clemmons, al frente del Departamento de Policía de Los Ángeles. Tras realizar un análisis de la escena, los investigadores encontraron varias inconsistencias: el cuerpo había sido movido hacia una posición bastante rara, la ropa de cama estaba cambiada y el ama de llaves había puesto el lavatín. Para colmo, faltaba un recipiente mediante el cual la señora Mortenson hubiera podido ingerir las píldoras que la mataron.

Esas circunstancias tan irregulares en que fue hallado su cuerpo, despertaron sospechas que apuntaban en primer lugar hacia una descomunal intoxicación por accidente, mientras que otros (no pocos) empezaron a suponer que Marilyn había sido víctima de asesinato.

Marilyn, Fidel y la CIA

La teoría del complot para acabar con su vida ganó adeptos que señalaron el vínculo de Norma Jeane con Frank Sinatra, un cantante cuya histórica relación con la Cosa Nostra era una especie de secreto a voces.

Sin embargo, la narrativa más seguida durante todos estos años señala la relevancia de la relación de Monroe con Robert y John Fitzgerald Kennedy, entre otros pesos pesados de la política estadounidense. Etiquetada como comunista por el Departamento de Seguridad Nacional, también era sabido que J. Edgar Hoover, director del FBI, temía que ella hubiera podido pasar información delicada a conspiradores y espías del bando “rojo”.

Una de las líneas argumentales que apuntan al asesinato disfrazado de suicidio, tiene que ver con la posibilidad de que la actriz, quien entre otras prerrogativas tenía luz verde para llamar directamente al presidente Kennedy, conociera planes ultrasecretos del gobierno norteamericano.

Entre las informaciones confidenciales que pudo haber manejado Marilyn, compiladas en lo que algunos biógrafos llaman su “libro de secretos”, se cuenta el caso de la invasión a Cuba a través de Bahía de Cochinos, así como diversos planes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) para eliminar a Fidel Castro, quien había declarado el carácter socialista de su movimiento justo al calor de los hechos sucedidos en abril de 1961 en las proximidades de Playa Girón.

Años después, allá por 1978, Mike Rothmiller, miembro de la Unidad de Información sobre el Crimen Organizado, logró encontrarse con una de las pocas copias que se conservaban del susodicho texto.

“Era eso, un diario. La mayoría de las anotaciones eran sobre conversaciones mantenidas con John F. Kennedy y Robert Kennedy. Los temas iban de Rusia y Cuba a la Mafia y Sinatra. Recuerdo que se refería a Castro como ‘Fidel C.’”, declaró en una oportunidad acerca de este volumen, considerado como un material “radiactivo” que posteriormente sería borrado del mapa para alejarlo de más ojos indiscretos.

De acuerdo al detective privado Milo A. Speriglio, autor de varios libros en torno a la muerte de la protagonista de cintas como Gentlemen Prefer Blondes (1953), How to Marry a Millionaire (1953) y Some Like It Hot (1959), la intérprete fue “borrada” por orden (y quizá hasta por mano) de los Kennedy, cuando se disponía a revelar públicamente un complot de la CIA para acabar con la vida de Castro.

Palabras inocentes al rojo vivo

Según se especula, la intención de Norma con su libro de apuntes era la de anotar datos de interés que la ayudaran a incrementar su cultura general para poder establecer charlas más educadas con los “elevados” interlocutores con quienes se codeaba. No obstante, en aquellas páginas se escondían, además de elementos nimios, secretos de Estado que jamás deberían ser revelados.

El diario original estaba en la habitación de Marilyn oculto bajo llave, o yacía en un archivo que se encontraba en las estancias de los huéspedes. Justo después de la muerte de la actriz, el material fue robado y, de acuerdo con Norman Jefferies, empleado en la casa de la artista, fue entregado por el ama de llaves, la señora Murray, a un funcionario del juzgado de instrucción, en donde fue resguardado en una caja fuerte de acceso sumamente restringido.

Poca evidencia y muchas dudas  

Además del ocultamiento del diario, la versión del asesinato ganó enteros gracias a las declaraciones del forense adjunto, Thomas Noguchi, encargado de la autopsia. Según revela Donald H. Wolfe en su libro The Assassination of Marilyn Monroe, el entonces inexperto especialista fue designado para aquella tarea, como resultado de la cual no encontró rastros de la característica tintura amarilla del fármaco Nembutal en el sistema. Para colmo, el reporte toxicológico ordenado por Noguchi tampoco ayudó mucho, pues llegó sin datos de riñones, intestinos, estómago y orina, lo cual lo dejó sin argumentos que indicaran presencia del barbitúrico*.

Lo que sí halló el médico en el cuerpo de la célebre occisa fueron señales de violencia en forma de moretones, así como evidencia de que su cuerpo había sido manipulado y colocado en una posición distinta a la de la muerte, sucedida varias horas antes de ser hallada por la mucama y ambos doctores.

Según refleja Wolfe en su obra de investigación, publicada originalmente en 1998, aquella fatídica noche del 4 de agosto de 1962, hay un testimonio de Jefferies en donde asegura haber visto llegar al fiscal general, Robert Kennedy, acompañado de otros dos hombres, alrededor de las 10:00 pm. Luego de esto, tanto él como el ama de llaves fueron orientados a irse del lugar.

“Nos dijeron que nos fuéramos. Quiero decir que dejaron muy claro que debíamos irnos. Pero esta vez Eunice y yo no nos apartamos del barrio. Fuimos a la casa de un vecino. Yo no tenía idea de qué estaba pasando. Era el fiscal general de los Estados Unidos, quiero decir. Yo no sabía quiénes eran los otros dos hombres —uno de los cuales se sospecha que fuera Greenson, terapeuta que tenía gran influencia sobre la actriz— que estaban con él. Supuse que eran del gobierno”, publicó Wolfe en base a las palabras de Norman.

Igualmente, el autor recogió la declaración de los Landau, un matrimonio vecino que dijo haber oído a la mucama gritar “¡Asesinos! ¡Asesinos! ¿Están satisfechos ahora que ella ha muerto?”.

Finalmente, el superficial y turbio proceso investigativo encabezado por el juez Theodore Curphey derivaría en una oficial pero dudosa conclusión: Marilyn Monroe se había suicidado.

En 1982, Norman Van de Kamp, fiscal de distrito del condado de Los Ángeles, ordenó una nueva búsqueda en torno al caso, aunque el informe final confirmó la falta de indicios que llevaran a asegurar que Norma Jeane Mortenson había sido víctima de asesinato. Pese a ello, la duda persiste hasta nuestros días.

*Según el Instituto Nacional del Cáncer, un barbitúrico es un tipo medicamento que causa una disminución de la actividad cerebral. Este se puede usar para tratar el insomnio, las crisis epilépticas y las convulsiones, y para aliviar la ansiedad y la tensión antes de una cirugía. Además, los barbitúricos son un depresor del sistema nervioso central.

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