Realizar una transferencia ilegal de una cuenta a otra, pasar la seguridad de una multinacional para destruir su última investigación, cambiar los antecedentes penales de una persona y enviarlo a prisión, en resumen, ser un hacker. Uplink (Introversion Software, 2001) nos da esa oportunidad con un simulador que no ha envejecido en lo más mínimo.
La primera pantalla del juego es una interfaz de usuario donde escogemos (o creamos) una cuenta para acceder a este universo. Una vez loggeados, el tutorial funciona como un programa almacenado en el disco duro, y al terminar, debemos borrarlo para aprovechar el espacio. Todo el diseño visual del juego se limita a una pantalla negra, botones azules, letras blancas y un mapa del mundo (también azul). Con esta reducida paleta los creadores logran atraparnos en una atmósfera que relacionamos con los hackers gracias al cine de los noventa: habitaciones oscuras, enemigos virtuales, y un halo de misterio a partir de la escasa información en pantalla (lo cual es lógico, un criminal oculta todo lo posible sobre su persona). La inmersión es absoluta. Los de Introversion Software se las arreglan para crear un universo con una sencillez pasmosa: unas mecánicas sencillas en extremo (básicamente usar una computadora: copiar, pegar, ejecutar un programa, escribir), una curva de dificultad decente y la sensación de peligro constante gracias al “beep” del rastreador y la incertidumbre de si cometiste algún error.
También del cine toma este imaginario de qué hacen los hackers: saltar de una dirección IP a otra para evitar ser rastreado, misiones y pagos a través de grandes corporaciones sin escrúpulos, y programas que se encargan de vulnerar los diferentes sistemas de seguridad. Porque casi todo el sistema de “hackeo” de Uplink se basa en eso: comprar un software para poder efectuar una misión donde necesitas acceder a un objetivo determinado: para ello nos hacemos con una mejor versión de, por ejemplo, descifradores, desencriptadores, o herramientas para acceder a una Local Area Network (LAN).
La otra parte importante al inicio es la velocidad de los jugadores, lo cual queda en un segundo plano cuando nuestra cuenta bancaria empieza a aumentar y mejoramos los procesadores y módems, además de que a esta altura ya debemos tener una larga lista de direcciones IP a través de las cuales saltar para ganar más tiempo. En otras palabras, al entender las reglas de Uplink y comprar todo lo necesario para incrementar el rendimiento, el late-game decae. Por eso, además de los sistemas LAN (generados aleatoriamente e imposibles de predecir qué necesitarás para penetrarlos), el juego nos brinda una historia de cinco misiones con dos posibles vertientes: unos villanos quieren destruir el internet a través de un virus, y otros evitar su propagación. Debemos escoger bando. Y una vez tomamos posesión del virus, algunas misiones pueden ser mucho más sencillas.
Cuando ya cumplimos una de las dos, quedamos solos en un mundo lleno de trasnacionales que desean dañarse unas a otras. Nos toca decidir si continuar con las misiones o explorar por cuenta propia las diferentes direcciones IP. En estas hay numerosos secretos, bromas y guiños. Por ejemplo, OCP tiene un servidor en el que, al conectarnos, podemos leer unas directivas primarias que no son exactamente las de Robocop. Podemos aumentar la lista de direcciones IP, con lo cual el tiempo de rastreo aumenta, y así somos más libres para explorar. Por desgracia solo nos queda eso: explorar un mundo donde todo se asemeja. Quizás por ello, al encontrar algo diferente, sentimos esa felicidad del descubridor.
El juego tiene incluido un medidor moral a partir de las misiones que cumplimos. Resumido: si atacamos corporaciones, el resultado es positivo; si afectamos a otras personas, ocurre lo contrario. Ser bueno es bien complicado, porque las misiones que mejor pagan son las de acabar con la vida de hombres (es literal, no hay mujeres en el juego) al enviarlos a la cárcel o inculparlos por crímenes que no cometieron. También existe una suerte de categorías que obtenemos en dependencia de nuestros resultados en las misiones, sin contar el ranking de la organización para la que trabajamos. Esa es otra motivación para el late game, alcanzar la categoría máxima y no ser un completo degenerado.
Uplink no es piadoso con el jugador. Una vez atrapados, todo termina y debemos empezar de cero. Permadeath informático. Pero como buen juego de hackers, alguna manera hay de salvar. De todas formas, en determinado punto entendemos cómo salir limpios de cada crimen sin mucha dificultad.
Otra opción para mejorar el gameplay son los diferentes mods que han desarrollado los usuarios. Entre los más populares está el FBI mod, por ser el que más contenido le agrega al original.
Uplink nos regala una experiencia diferente; no son muchos los juegos donde nos hagamos pasar por hackers y logren hacernos sentir como tal. Está claro, ser hackers no es tan sencillo, pero eso no importa. Lo importante es cómo nos sintamos, y cuando eso se logra, el objetivo se cumplió.
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