#checkpoint: «AER: Memories of Old»: un viaje libre por la naturaleza

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Foto: Captura de pantalla realizada por el autor de este texto.

La exploración siempre ha sido uno de los puntos fuertes de los videojuegos. En un simple plataforma o en un mundo abierto, descubrir nuevos elementos y dedicarle un tiempo a caminar (o correr) hasta encontrar algo que llame nuestra atención, siempre nos ha ocupado una gran cantidad de horas. La exploración ha llegado a tal punto, que a veces el videojuego solo va de deambular y mirar escenarios, ya sea para deleitarnos con paisajes maravillosos, o conocer historias a través de un sólido enviromental storytelling.

AER: Memories of Old (2017, Forgotten Key) es una propuesta que se centra en la exploración y el viaje. Manejamos a Auk, una joven que está realizando una peregrinación por un mundo fracturado, lleno de islas flotantes, a las cuales solo es posible llegar a través del vuelo. Por suerte, Auk puede convertirse en ave, surcar las nubes y visitar cada una de las islas. Esta es la principal mecánica del juego: pasamos gran parte del tiempo en el cielo, explorando, disfrutando una cascada desde lo lejos o mirando cómo pasta un grupo de ovejas. Lo único malo de volar es el aterrizaje; jamás logré dominar la técnica para detenerme en un punto exacto, sobre todo si el terreno era pequeño y no había nada contra lo que estrellarme. Sí, estrellarme, acá no hay barras de vida, ni inventarios, nada que entorpezca el viaje. No hay riesgo de morir y tener que empezar de nuevo.

Estamos en un mundo abierto donde encontramos muy pocas cosas. Es una aventura, pero los puzzles son muy sencillos. Algunos personajes nos guían hacia dónde debemos ir, los templos que debe visitar un peregrino, nada más. La libertad es casi absoluta. Sí, hay un camino para ganar el juego, pero podemos hacerlo a nuestro ritmo, o incluso ignorarlo por completo y solo viajar. Nada nos impide explorar el mapa sin entrar al primer templo. No ganamos un poder que permite desbloquear una nueva zona. Todo el espacio está a nuestra disposición.

Aun con esta libertad, AER: Memories of Old tiene diferentes niveles de lectura. Antes de aprender a volar, encontramos una linterna, la luz de Karah, uno de los tantos personajes con peso en el pasado. Esta linterna nos permite recolectar las llaves para entrar a los templos y otros objetos una vez dentro de estos. Es esencial para el avance, una suerte de legado que nos permite no solo realizar la peregrinación, sino también prepararnos espiritualmente. Esa es la primera capa de la historia, una donde el viaje pacífico termina en una aventura inesperada.

La segunda tiene que ver con las múltiples piedras con textos, dispersas por las islas. A través de ellas conocemos más la historia de ese mundo, sus dioses, cómo ocurrió la fractura que terminó con todo separado. No es importante para el avance del juego, pero nos permite indagar más en el pasado. También hay unos manuscritos con información más reciente, pero de igual modo, aborda la historia de las islas, de los seres humanos que las habitaban.

Y la tercera está vinculada con una mecánica de la linterna. En diferentes puntos hay pequeños símbolos de luz; una de las personas que vive en el asentamiento nos dice que a estos se les llama memories of old. Si nos acercamos a ellos con la linterna en la mano, vemos congelada una escena del pasado. Cada símbolo es una persona. A veces están huyendo, otras están peleando, o se ayudan mutuamente; algunas tienen diálogos y nos permiten entender un poco más sobre los humanos y su relación con los dioses. Lo más satisfactorio es cuando encontramos una escena que ya conocíamos por uno de los manuscritos. Es un guiño al jugador por explorar y dedicarse tiempo a sí mismo.

Lo mejor de estas piedras, manuscritos y símbolos de luz es que nunca sabes si los encontraste todos, y no tienen ningún impacto en el desenlace del juego. No puedes coleccionarlos, como es habitual en otros videojuegos, ni tienes una guía para saber cuántos te faltan. Va por ti y tu propio viaje. Tu interés de acumular conocimiento. En esto se asemeja bastante a un walking simulator, aunque es difícil clasificarlo de esa manera.

Los gráficos son low poly, sin texturas, centrados en la forma y no en el detalle. Pese a ello, la belleza es uno de los puntos más fuertes de AER: Memories of Old, en parte gracias a una paleta de colores muy viva y una alta iluminación en exteriores. En el caso de los templos y cuevas, la iluminación (y su ausencia) también es esencial; la presencia de algunos faroles o luces tenues, la utilización de la linterna para descubrir elementos en zonas más oscuras, y el uso de una vegetación con colores brillantes, nos permiten vivir una experiencia bastante cercana a cuando estamos en un espacio donde no entra el sol.

AER: Memories of Old es un juego corto, en dependencia de cuánto queramos explorar. Es posible completarlo en menos de tres horas, pero si deseamos encontrar cada detalle, pueden ser siete u ocho. Es una idea que me agrada: el jugador solo es guiado en la historia central, el resto va por nosotros. Podemos no hallar un manuscrito o una historia del pasado y no pasa nada; podemos encontrarlas todas y eso solo nos ayudará a saber mejor el papel que jugamos en el presente. Está claro que en Steam hay un sistema de logros, pero no están vinculados exactamente con estos elementos. La apuesta de sus desarrolladores es que las recompensas las sienta el jugador. AER: Memories of Old no premia el conocimiento. Solo lo pone a disposición de quien se aventura en este mundo. Toca decidir qué hacemos con él. Tampoco es que importe nuestra decisión.

Trailer:

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