*Este texto incluye spoilers
Desde el estreno de Dark, serie de Netflix que fue aclamada durante sus tres temporadas (2017-2020), la principal plataforma de streaming del planeta ha intentado repetir el éxito del show alemán. Varios han sido los estrenos que volvieron sobre aquella fórmula que pretendía, con un tono más o menos críptico, juntar elementos de ciencia ficción y misterio, muy al estilo de la también popular Stranger Things.
Ese camino siguieron propuestas como The Rain, Equinox, Katla, Altered Carbon o 1899, esta última curiosamente también creada por los mismos detrás de Dark, Baran bo Odar y Jantje Friese. Ninguna fue un completo un desastre, pero tampoco consiguió la “pegada” de aquella aventura germana contada en tres tiempos, y cargada de simbolismo y personajes memorables.
En el último tramo del 2023, la empresa del tudum lanzó un nuevo título, algo similar a esas predecesoras, con el cual buscó nuevamente dar el golpe gracias a lo inusual de su premisa y a un elenco que, si bien no incluyó superestrellas, estuvo formado por actores de excelente calidad.
Bodies, que es el nombre de la serie en cuestión, llegó a la señal de streaming el pasado 19 octubre con ocho episodios en los cuales Paul Tomalin (Torchwood) y Danusia Samal (Gangs of London) adaptaron la novela gráfica homónima, de Si Spencer, publicada en 2015 (también en ocho números) por el sello DC Vertigo.
El argumento gira en torno a los detectives Alfred Hillinghead (Kyle Soller), Karl ‘Charles Whiteman’ Weissman (Jacob Fortune-Lloyd), Shahara Hasan (Amaka Okafor) e Iris Maplewood (Shira Haas), quienes deberán investigar, cada uno en su respectiva época (1890, 1941, 2023 y 2053) la aparición de un cuerpo sin identificación justo en el mismo punto de Longharvest Lane, zona londinense perteneciente al barrio de Whitechapel.
Este grupo de policías chocará de forma independiente con diferentes versiones de un tal Elias Mannix (Stephen Graham), un sociópata que pretende usar los descubrimientos del científico Gabriel Defoe (Tom Mothersdale) para provocar un desastre que lo convierta en el nuevo líder y “salvador” del Reino Unido.
El concepto del show es muy atractivo, pues ofrece cuatro miradas diferentes al —aparentemente— mismo crimen, y se vale de los resortes del género policíaco para desarrollar varias líneas argumentales. Poco a poco, a partir de los compases iniciales, el relato se pone mucho más interesante al incluir elementos como los viajes en el tiempo, un futuro postapocalíptico y las correspondientes paradojas y problemas inherentes a los “juegos” de los mortales con las leyes básicas del universo.
Los giros del guion son correctos, pero resultan no ser tan sorpresivos como uno esperaría de una propuesta que se vende como algo fuera de lo común; no obstante, ya le vale con no ser un insulto a la inteligencia y eso siempre se agradece.
En general, da la sensación de que las piezas de este misterio podrían encajar mucho mejor, pero con el paso de los capítulos, uno siente que las nuevas revelaciones van enriqueciendo este trama que intenta distanciarse de ese halo críptico del que dependen casi por entero otras propuestas.
Si algo puede criticarse de esta conjunción de historias es que sean demasiado serias para su propio bien. No quiere esto decir que estén mal ni nada parecido, pero sí se extrañan en ellas esos deliciosos matices humorísticos imprescindibles en cualquier narración de primerísimo nivel. Asimismo, se nota una falta de balance, pues ciertamente las líneas de los personajes masculinos se perciben mucho mejor desarrolladas que las de sus contrapartes femeninas.
La resolución final del gran nudo narrativo resulta algo confusa y está bastante despojada de la carga emocional que deberían tener estos momentos climáticos. Lo curioso es que este no parece ser un caso aislado, sino parte de un patrón que ya parece haberse instaurado entre muchos escritores de series del presente.
Bodies es una propuesta inteligente y con carisma. Sus personajes Whiteman, Hillinghead, Maplewood y Hasan cumplen con el mínimo necesario para el aprobado y sus energías en escena nos hacen olvidar a ratos pecados como son los problemillas de continuidad, lo redundante del argumento en ciertos tramos y su ligero sobrante de metraje.
No es perfecta, pero sí es una serie limitada con todos los componentes necesarios para hacernos pasar un buen rato frente a la pantalla. Por sí solo, su concepto basta para engancharnos y, una vez visto el primer episodio, luego es casi inevitable seguir adelante hasta descubrir la solución de este sólido puzzle.
0 Comentarios