De Maylú Hernández se dice que puede ser la próxima Rosita Fornés o robarse el corazón de los latinos de Miami. Teniendo en cuenta el crecimiento de su carrera artística, quizás la comparación no sea del todo pretenciosa.
La cubana acaba de recibir un nombramiento especial: a partir de ahora, según proclamó el alcalde Dan Gelber, el 25 de mayo será el «Maylú Hernández Day» en la ciudad de Miami Beach. En un video publicado en las redes sociales de la habanera, el político leyó un resumen de una carrera en la que destacó su trayectoria desde 1998 y resaltó su trabajo en favor de la comunidad, para la cual ha producido y dirigido varios conciertos gratuitos con el objetivo de acompañar a segmentos desfavorecidos de la población en la celebración de fechas especiales. Su labor también ha contribuido a enriquecer el patrimonio cultural de dicha urbe, hecho por el que ha merecido tal reconocimiento.
La hija de Bárbara Castellanos nació en el hospital Maternidad Obrera, en Marianao, el 13 de enero de 1980. Vivió 21 años en Alamar y luego diez en Buenavista. Es capitalina de pura cepa.
Para entender por qué se le define como vedette, te dejamos estas palabras suyas: “todos los shows que hago siempre tienen cosas de danza. Estudié actuación, mi base como cantante fue lírica y defiendo también la ópera, la zarzuela, la opereta y las mezclo en los trabajos que realizo”.
Detrás de su historia no hay familiares vinculados al mundo del espectáculo, ni un padrino que le tendiera la mano, sino un talento forjado con estudio y tenacidad. Con cinco años aprendió a bailar en el Centro Rosalía de Castro y ahí permaneció durante un tiempo. De adolescente despuntó muy alta y delgada, por lo que llegó al modelaje. Antes de cumplir los 15 formaba parte del Grupo Caracol. En su formación también cuentan cursos en La Maison y la Escuela Nacional de Espectáculos Musicales, de la cual se graduó en 1998.
Televisión, teatro, musical, canto… si existe algún género en el que pueda lucirse, Maylú se ha adueñado de él. La clave, ha dicho, se halla en recurrir a los clásicos, beber de ellos y reinterpretarlos.
Estuvo 11 años en el ballet de la televisión cubana, bajo la dirección de Cristy Domínguez, y como parte de este tuvo apariciones en programas como Para no salir de casa, 23 y M, y participó en giras por varios países.
Sin embargo, su debut en la TV nacional llegó como modelo en Fantástico, programa de participación para niños. Allí primero repartió los regalos a los pequeños ganadores y luego pasó a interpretar canciones infantiles.
Si de estrenos se trata, su primera aparición como solista ante un gran público ocurrió en el Anfiteatro de La Habana Vieja, en el cual permaneció durante 15 años. Llegó al espectáculo Lo mejor del musical español, de Alfonso Menéndez, como reemplazo: “me moría de los nervios, pero yo estaba ahí”, rememoró sobre esa ocasión en el espacio Biografía urbana, donde además habló de la exigencia y la disciplina que aprendió de joven y aún mantiene.
Por sus condiciones vocales, fue invitada al Teatro Lírico Nacional y, sin preparación académica, compartió con grandes de la escena.
En 2015 se marchó hacia Estados Unidos. Allí, contrario a lo que pudiera pensarse, o a lo comúnmente esperado, rompió con los esquemas. Continuó trabajando en el mundo del espectáculo, pero centrada en shows musicales. En Florida acogieron con beneplácito sus obras, ya fuera en teatro o en televisión, en canales como TN3.
Si bien no perteneció a esa primera generación de vedettes que abrió el camino, forma parte de una nueva, que se reinventa, sueña y se expande más allá de los escenarios. En ese territorio creó su propia empresa de producción, Caro Entertainment, con la cual «ha probado sus incansables contribuciones al género musical y lírico localmente, ofreciendo adiciones a las diferentes locaciones de la ciudad y continuidad a la comunidad artística», señala su biografía.
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