
En el año 2017, una noticia conmocionó a la comunidad de seguidores del béisbol cubano. Julio Estrada, exatleta, entrenador y cazatalentos establecido en Estados Unidos, fue condenado a cinco años de prisión por delitos de conspiración y contrabando.
El oriundo de Villa Clara fue encontrado culpable de traficar con jugadores cubanos hacia el país norteamericano para después conseguir que firmaran con equipos de las Grandes Ligas, tras lo cual cobraba una comisión por sus “servicios”.
Los derechos de esta turbulenta historia, que involucró incluso a cárteles mexicanos, acaban de ser adquiridos por la productora independiente Golden Possum. La idea es usar el archivo personal de Estrada y el del caso, para realizar una serie de televisión.
El show, cuyo título y vía de distribución aún no han sido definidos, narrará el ascenso y caída de este hombre, un simple coach y padre de familia que fue parte de una trama que cambió para siempre la manera en que los peloteros de la Mayor de las Antillas entran al mercado estadounidense.
“El relato de Julio nos lleva al mundo secreto tras las luces brillantes del béisbol, donde se unieron cárteles, estafadores y franquicias multimillonarias. No es sólo una historia deportiva; se trata de lealtad, corrupción y el verdadero precio del sueño americano”, declaró a Deadline, Naomi Harvey, directora de Golden Possum.
A propósito de la próxima serie de televisión que adaptará esa parte de su vida, Estrada ha dicho: “la mayor mentira del gobierno estadounidense fue que nuestro caso serviría como disuasivo para futuros jugadores cubanos, [pero] más de 200 jugadores han firmado desde entonces. Nada ha cambiado. Nunca pensé que me llamarían ‘traficante’. Por primera vez, quiero que la gente escuche mi versión de los hechos”.
De coach a criminal convicto
Julio Estrada nació en el centro del país y durante su etapa formativa fue considerado entre los principales talentos de la Isla. Luego integró el equipo de Industriales desde 1996 hasta 1998.
Llegó a Miami, Estados Unidos, en 2002, y dirigió a jóvenes de las escuelas Coral Park y Braddock. A continuación, inició su propio emprendimiento beisbolero en República Dominicana, enfocado en pulir a talentos cubanos y ayudarlos a convertirse en ligamayoristas.
“¿Cuál es tu principal función con los que llegan de la isla?
“Enseñarles lo que es el profesionalismo, que ahora su profesión es el medio para ganarse la vida y mantener a sus familias. El amor por el béisbol que trajeron de Cuba ahora se convierte en un trabajo, lo más serio del mundo. Ellos traen el talento innato, yo solo doy toques finales para que luzcan lo mejor posible”, contestó al periodista Jorge Ebro hace algunos años.
En su academia estuvieron futuros peloteros de MLB como José Dariel Abreu (Chicago White Sox), Leonys Martín (Texas Rangers), Adeiny Hechavarría (Toronto Blue Jays) y Jorge Soler (Chicago Cubs). También estuvieron asociados con él otros atletas como Jorge Padrón y Reinier Roibal, quienes testificaron en el juicio que tuvo lugar en 2017.
Durante la audiencia, estos deportistas refirieron que los “gestores” pagaban a un grupo criminal mexicano, eventualmente identificado como Los Zetas. Asimismo, contaron sobre la desaparición de Joan “Nacho” García, uno de los miembros de la organización que lideraba Estrada, a manos de los narcos.
Luego de muchas deliberaciones, Estrada recibió una pena de un lustro, mientras que su asociado Bartolo Hernández fue penado con cuatro años de privación de libertad.
En 2020, ambos llevaron su caso ante el 11no. circuito de apelaciones, encargado de procesar estas solicitudes en los estados de Florida, Alabama y Georgia. No obstante, aquello no fructificó, pues el tribunal entendió que Estrada y sus colegas “se asociaron con profesionales del sector, traficantes de personas y miembros de una organización criminal mexicana para sacar ilegalmente a jugadores de béisbol de Cuba. Los jugadores viajaron a Estados Unidos para firmar contratos de ‘agente libre’ con equipos de las Grandes Ligas de Béisbol (MLB). Utilizaron documentos de residencia falsos obtenidos de los acusados y otros cómplices para obtener licencias que les permitían contratar con equipos de la MLB. En ocasiones, los jugadores también utilizaron los documentos falsos para obtener visas, lo que les permitió venir a Estados Unidos a jugar béisbol.
“El tribunal sostuvo que la Ley de Ajuste Cubano (CAA) y la política de ‘Pies Secos/Pies Mojados’ no otorgaban autorización oficial previa para que los jugadores cubanos vinieran, ingresaran o residieran en Estados Unidos. Las pruebas fueron suficientes para sustentar las condenas por los cargos de contrabando sustantivo y por el cargo de conspiración; y el tribunal de distrito no cometió ningún abuso de discreción en las decisiones probatorias impugnadas”, reza el resumen del caso que aparece en el sitio web Justia.
Luego de cumplir cuatro años entre rejas, Estrada salió libre en 2021.
“Gracias a este proceso, yo recupero mi pleno derecho de seguir trabajando en el béisbol, que es lo que amo, lo que me gusta y con lo que mejor me ha ido. Voy a estar vinculado al béisbol. Ya sea entrenando niños. Ya lo hice en el pasado”, expresó en un intercambio con El Nuevo Herald poco después de su excarcelación.
Sin embargo, pasado todo este tiempo, el cubano ha dejado claro que siente orgullo y solo tiene un arrepentimiento por las acciones que lo llevaron a la cárcel.
“He sido criticado, mal retratado por la prensa, mostrado por quienes me acusaron como una persona que se benefició mucho económicamente de mi trabajo. Todos los que trabajamos en países de libertad queremos una remuneración económica, un salario, una comisión. Mi trabajo se hizo y dio frutos. De esos frutos yo cobré.
“Todos esos peloteros adquirieron la libertad, y eso no tiene precio, y sus familias también fueron libres, y todos desde el que tuvo el contrato más bajo, como Reiniel Casanova que firmó por $35,000, hasta José Dariel Abreu que firmó por $68 millones, adquirieron una mejoría económica y adquirieron libertad. No cambio eso por nada y me considero afortunado de haber trabajado con ellos. Y no lo cambio por el tiempo que estuve fuera de mi familia, que fue lo más doloroso”.
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