
Si eres de los que recuerda aquellas mañanas frente al televisor viendo la Revista de la Mañana en la televisión cubana, seguramente el rostro de Ivelín Giró te resulta familiar. Pero lo que quizás no sepas es que esa presentadora habanera se convertiría en una de las primeras top models cubanas después del triunfo de la Revolución y terminaría conquistando las pasarelas más importantes del mundo. Una historia que parece sacada de una película, pero que es tan real como inspiradora.
Nacida en La Habana el 7 de abril de 1970, Ivelín creció en la capital cubana como cualquier otra niña de su generación, estudiando teatro y danza folclórica. Incluso llegó a dar clases de danza a niños, sin imaginar que su destino la llevaría mucho más lejos de lo que podía soñar.
«Comencé estudiando actuación en Cuba», relata. «Trabajé en televisión como animadora de La revista de la mañana. También tuve un papel muy pequeñito en Una novia para David… era tan jovencita».
A los 13 años, Ivelín fue seleccionada para trabajar como modelo de la Industria Ligera. Pero el verdadero punto de inflexión llegó un año después, cuando nada menos que Alberto Korda —sí, el legendario fotógrafo del icónico retrato del Che Guevara— la asesoró para incursionar en el modelaje profesional. Fue el empujón que necesitaba.
Rápidamente se convirtió en una de las modelos más destacadas de La Maison, la prestigiosa casa de modas habanera. Su talento brilló tanto que ganó el evento internacional Cuba Moda, un triunfo que atrajo la atención de la RAI italiana. La entrevistaron y la invitaron, junto al propio Korda, a una gira por Italia (Toscana y Lombardía) para realizar sesiones fotográficas publicitarias.
En 1988, con apenas 18 años y cuando se preparaba para estudiar actuación, Ivelín recibió un contrato exclusivo de un año con la RAI como modelo para las editoriales Moda y King en Milán. Tuvo que tomar una decisión que le partió el corazón: abandonar los estudios en la capital de su país.
«Me sentí muy triste porque dejaba mi carrera, que apenas comenzaba», recuerda la actriz, pero en el fondo sabía que era una oportunidad única. «Mis padres me aconsejaron que me fuera; me hicieron entender que en Cuba podría tener 10 carreras, pero igual no tendría ningún futuro».
Llegó a Milán acompañada de Alberto Korda, que trabajaba en Italia en una muestra de fotos de moda de los años 60, y su esposa. «Ellos se fueron a los tres meses y yo me quedé sola, trabajando y ayudando a mi familia desde allá», recuerda con nostalgia al diario El Nuevo Herald. Entonces lo que comenzó como un contrato de un año se transformó en una carrera internacional deslumbrante.
«Mi carrera de modelo fue bastante intensa. Hice portadas de revistas, muchos desfiles, trabajé con Naomi Campbell, Claudia Schiffer, Christy Turlington, con todas las grandes modelos», cuenta. «Modelé para Armani, Kenzo y Dolce & Gabbana y los grandes diseñadores. Me fue muy bien y gracias a eso pude ayudar a mi familia y, más tarde, traerla a Miami».
Trabajó para la agencia Fashion en Milán y luego se estableció durante siete años en París, donde fue modelo exclusiva de la agencia Viva. Allí desfiló para Paco Rabanne, Karl Lagerfeld, Giorgio Armani, Givenchy y otros gigantes de la moda. Su rostro apareció en las portadas de Vogue, Elle, Marie Claire, Harper’s Bazaar y Maxim. Además, trabajó como imagen de L’Oréal, consolidándose como una de las top models más solicitadas de la época.
Miami le pareció el lugar perfecto para reunirse con su familia, así que decidió dejar Europa y mudarse a la Capital del Sol. «Allí empezó la odisea de cómo traerlos», cuenta Giró. «Salieron de Cuba hacia México y cruzaron a Estados Unidos por el río Matamoros, y luego hicieron el viaje a Miami, donde en 1997 finalmente se cumplió el milagro. Yo digo que fue un milagro, porque después de haber intentado todas las vías legales no conseguimos abrir las puertas de Cuba».
Esta historia llegó a oídos de la escritora cubana Zoé Valdés, quien la llamó para pedirle detalles para su novela Milagro en Miami. «Ella se interesó en los problemas que tenía para sacar a mi familia de Cuba», cuenta la actriz. «Me llamó y me dijo que estaba inspirada en la historia; me pidió detalles de cuando vivía en Milán, de mi vida de modelo, qué cosas me pasaron, etc. Le di ciertos datos y ella creó esa novela que es una fantasía muy bonita. No es la historia de mi vida, sino que hubo cosas que me pasaron que la inspiraron a escribir esa historia».
«Una vez reunida con mi familia, me dediqué a pensar en mi carrera en actuación, que siempre fue lo que me fascinó», cuenta sobre el regreso a su principal vocación. Su primer papel fue en Baño de damas, para Venevisión, en 2002. «Tuve un personaje muy fuerte, una drogadicta. Era una joven que estaba un poco perdida en la vida, y fue mi primer papel profesional fuera de Cuba».
Luego trabajó en I Take Your Hand in Mine, «una historia muy linda basada en las cartas que se escribieron Anton Chejov y la actriz Olga Knipper. Yo hice de Olga, en inglés». Vinieron algunas películas independientes y finalmente hizo Bad Boys II, para Hollywood, como la terapeuta de Will Smith.
En televisión igualmente se le vio en Soñar no cuesta nada, para Venevisión, y luego Telemundo la llamó para Decisiones. «He protagonizado nueve historias del programa y siempre han sido papeles muy diferentes, desde un espíritu hasta una mujer en conflictos con el esposo, la matrona de una casa de citas y una presidiaria».
También brilló en Tierra de pasiones (junto a Gabriela Spanic) y El Zorro: La Espada y la Rosa, donde interpretó a la Reina de España María Luisa Burgos de Castilla. Cofundó la compañía de teatro experimental Obstáculo en el Miami Design District junto al dramaturgo cubano Víctor Varela.
En algún momento de su vertiginosa carrera, Ivelín decidió hacer una pausa para dedicarse a criar a sus tres hijos. Pero incluso durante ese tiempo no dejó de crear, produciendo el álbum musical I Love Mambo.
Del modelaje, Giró explica que extraña «sólo los lugares que conocí, los viajes», pero no quiere recordar la soledad que vivió en esos años. «El modelaje es una profesión muy vacía para una persona como yo, que tiene otras aspiraciones y lucha para que los milagros se hagan realidad», asegura.
Ahora que sus hijos ya son adultos, Ivelín se mudó a Los Ángeles, lista para retomar su carrera actoral con más fuerza que nunca. Y como si su currículum no fuera suficientemente impresionante, hace pocos años ganó dos premios Emmy por su trabajo como productora ejecutiva del documental Mambochella.
Políglota (habla español, inglés, italiano y francés con fluidez) y capaz de imitar diversos acentos regionales, Ivelín Giró es la prueba viviente de que los sueños, con trabajo y determinación, pueden llevarte más lejos de lo que imaginas.
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