A 36 años de crimen que conmocionó al mundo: Niegan libertad a asesinos de empresario cubano

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Los hermanos Menéndez durante el juicio. Foto tomada de Los Angeles Times.

Después de más de tres décadas en prisión, los hermanos Erik y Lyle Menéndez no podrán salir en libertad condicional, al menos por el momento. Una junta penitenciaria del estado de California les negó la pasada semana la solicitud tras dos intensas audiencias realizadas en el Centro Correccional Richard J. Donovan, en San Diego. Según medios locales, la próxima oportunidad para optar a una revisión será dentro de un año y medio.

Los hermanos cumplen cadena perpetua por el brutal asesinato a tiros de sus padres, ocurrido el 20 de agosto de 1989, en la residencia familiar de Beverly Hills. Este caso, que conmocionó a Estados Unidos y al mundo, ha vuelto a generar temas de conversación en tiempos recientes debido al estreno de un documental y una serie dramática en Netflix que gozaron de gran popularidad.

La noche que cambió todo

Como publicamos en un trabajo anterior, eran aproximadamente las 10:00 pm del 20 de agosto de 1989, cuando algunos vecinos de North Drive Elm, Beverly Hills, creyeron escuchar sonidos bastante similares a los que producen los fuegos artificiales al estallar. Aunque resultaba extraño oír algo así un domingo a tal hora, la mayoría debió haber sospechado que era obra de unos jóvenes haciendo de las suyas, y en el fondo no les faltó razón si pensaron así.

Los ruidos provenían del número 722 de esa calle, una mansión en donde antes habían vivido famosos como Elton John y Prince. Sin embargo, aquella noche el barullo no era de fiesta; provenía de alrededor de 30 disparos realizados por Joseph Lyle y Erik Galen Menéndez, hermanos que acabaron con la vida de sus padres: José y Mary Louise, también conocida como Kitty.

Al primero lo asesinaron con un tiro en la nuca, disparado desde una escopeta de cartuchos Mossberg calibre 12, mientras que la mujer, quien se despertó al escuchar la detonación que acabó con la vida del marido, fue herida en la rodilla y acto seguido rematada con impactos en el brazo, el pecho y la cara, los cuales la dejaron totalmente desfigurada.

La coartada y el espectáculo mediático

Inmediatamente después del terrible suceso, los hijos recogieron los cartuchos y se fueron al cine para generar una coartada. Al regresar, Lyle llamó al 911 fingiendo alteración. Entonces la prensa rodeó la casa familiar y comenzó el show mediático, que luego se extendería hacia las portadas de medios nacionales y extranjeros.

Al día siguiente del parricidio, Lyle, de 25 años, y Erik, de 22, ambos tenistas profesionales de poca monta, se fueron a ver un partido de baloncesto, tal y como registra la tarjeta NBA Hoops de 1990 del jugador Mark Jackson (New York Knicks), en donde la dupla aparece sentada a la izquierda de la imagen, en asientos de primera fila.

Durante los meses siguientes, los hermanos se dedicaron a gastar los 15 millones de dólares de la póliza de seguro en todo tipo de lujos. Posteriormente, los fiscales determinaron que, entre agosto del 89 y enero del 90, dilapidaron cerca de un millón de billetes verdes.

Eventualmente, Erik no pudo soportar el remordimiento y le confesó el crimen a su terapeuta, quien los denunció a él y a Lyle luego de ser amenazado por este último. Seis años más tarde de su detención, tras procesos separados y un juicio anulado, el 2 de julio de 1996, los Menéndez fueron condenados a cadena perpetua sin derecho a libertad condicional, sentencia que fue confirmada en el 98 por la Corte Suprema de California.

Los motivos del crimen: ¿dinero o supervivencia?

Más de tres décadas después de aquel hecho, todavía queda una pregunta en el aire: ¿qué llevó realmente a Erik y Lyle a acabar con la vida de sus padres?

Según Peter Hoffman, ex socio comercial de José, ambos solo estaban interesados en el dinero, mientras que el psiquiatra forense, el doctor William Vicary, sostuvo que fueron víctimas de abusos físicos y sexuales, al decir que «habían sido amenazados en numerosas ocasiones por su padre por cruzar ciertos límites y que, por tanto, los golpearía tan fuerte que nunca lo olvidarían o incluso los mataría».

Esa misma idea de Vicary fue usada por la defensa en el juicio, en donde, de acuerdo a un texto del diario El País, Lyle Menéndez dijo que fue el miedo y no la codicia el desencadenante del hecho.

«Ante el jurado, el mayor de los hermanos dijo haber sido abusado sexualmente por su padre cuando tenía siete años. También admitió haber hecho tocamientos a su hermano menor, quien estaba presente en la sala», publicó el diario español, tras lo cual agregó otro parlamento de Lyle: «le pedí a mi madre que le dijera a papá que me dejara en paz, que seguía tocándome. Me dijo que parara, que estaba exagerando, que mi papá me tenía que castigar cuando hacía cosas malas y que me amaba».

Por su parte, al hablar en el juicio, Erik contó que, en su caso, habían sucedido historias similares, pero que los abusos habían continuado durante el resto de su vida y solo concluyeron tras el fallecimiento violento de José.

Otra parte importante del proceso se conoció cuando los dos hablaron de una pelea ocurrida poco antes de la noche de los asesinatos. En el calor de la discusión, los muchachos le comentaron a la madre sobre el problema y poco después, al regresar el padre a la casa, este fue confrontado por Lyle, quien le dijo que si no dejaba de tocar a Erik le contaría a todos. Luego, el padre se marchó y, según dijeron posteriormente en el juicio del 93, los chicos pensaron que este iba a matarlos para ocultar la verdad y por eso decidieron tomar la justicia por sus manos.

Una nueva oportunidad legal

En abril de este año, varios medios se hicieron eco de declaraciones del fiscal del distrito del condado de Los Ángeles, George Gascón, quien recomendó una nueva sentencia para los hermanos Menéndez, argumentando que «han pagado su deuda con la sociedad».

A causa de la edad que tenían los hermanos cuando cometieron los crímenes y del tiempo que ha corrido desde su sanción, podrían quedar en libertad según estipula la legislación vigente, agregó el jurista.

Si el juez finalmente estaba de acuerdo con lo argumentado por el fiscal acerca de una nueva sentencia, los Menéndez tendrían que presentarse ante un consejo de libertad condicional. Dicho proceso podría extenderse durante varias semanas y, lógicamente, no hay garantías de que la libertad de ambos se acabe concretando.

El legado de José Menéndez

El patriarca de los Menéndez había nacido el 6 de mayo de 1944 en La Habana y provenía de una familia adinerada. Llegó a Estados Unidos en el 60, con 16 años, y con el tiempo desarrolló varios negocios, aunque siempre albergó la idea de presentarse al Senado y ser el primer hombre de origen cubano en llegar tan alto.

Si bien su carrera política nunca fructificó, su ascenso corporativo sí fue bastante notable. En Nueva York empezó a trabajar en RCA como presidente de Ariola, la sección de discos. Fue él quien firmó a artistas populares como Duran Duran y Eurythmics, y también el responsable de introducir a la boy band puertorriqueña Menudo a las audiencias estadounidenses.

De su vínculo con la agrupación juvenil boricua provienen algunos de los primeros indicios de su conducta inadecuada. Según se ha visto en la serie documental Menéndez + Menudo: Boys Betrayed, Roy Roselló, integrante de la conocida agrupación desde 1983 hasta 1986, confesó: «sé lo que me hizo en su casa», refiriéndose así a la violación a la que fue sometido por Menéndez en una mansión de Nueva Jersey, cuando él solo tenía 14 años.

El caso de los hermanos Menéndez sigue siendo uno de los más controvertidos de la historia criminal estadounidense, donde las líneas entre víctima y victimario se difuminan en una tragedia familiar que continúa generando debate más de tres décadas después.

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