«Dopesick», la adictiva miniserie que se convirtió en una de las mejores de los últimos años

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Se estima que entre 1999 y 2020, alrededor de medio millón de personas murió como consecuencia del OxyContin, medicamento creado y distribuido por Purdue Pharma, empresa farmacéutica estadounidense propiedad de la familia Sackler.

La alta cifra de fallecimientos vinculados al oxy se debió a sobredosis de este potente analgésico, pero también al abuso de otras sustancias hacia las que derivaron los pacientes cuando los doctores dejaron de recetarles la píldora. En resumen, la cantidad de vidas afectadas por culpa de los Sackler, cuya compañía fue desmantelada definitivamente en 2019, hace que los Borgia parezcan niños de preescolar en comparación con ellos.

A partir de esta historia han sido desarrolladas varias propuestas, cada una de ellas enfocada más o menos en exponer las artimañas de la compañía para poner en el mercado un fármaco altamente adictivo, bajo la falsa premisa de que era mucho menos peligroso que otros existentes.

Tal vez algunos seriéfilos tengan fresca en la memoria Painkiller, miniserie lanzada por Netflix en agosto de 2023, mediante la cual se nos presentó la génesis de la crisis de opioides* en Norteamérica, con énfasis fundamental en los Sackler. Aunque este show fue un acierto, también es verdad que la mejor aproximación audiovisual a tal asunto había llegado dos años antes.

El show en cuestión, nombrado Dopesick, debutó en la cadena de streaming Hulu, dependencia de Disney+, en octubre de 2021. Desarrollado por el actor y guionista Danny Strong (The Butler, Empire, The Hunger Games: Mockingjay) a partir del libro Dopesick: Dealers, Doctors and the Drug Company that Addicted America (Beth Macy, 2018), esta producción ofreció una mirada más completa, y sobre todo más humana, a un fenómeno que aún sigue afectando a incontables personas, sobre todo en Estados Unidos.

La serie usa a un grupo de personajes ficticios para mostrarnos la devastadora realidad que llegaría con la entrada en el mercado del opioide OxyContin, nombre comercial de la oxicodona de consumo oral que llegó al mercado a finales del siglo XX.

El relato es mostrado inicialmente a partir del trabajo de los fiscales Randy Ramseyer (John Hoogenakker) y Rick Mountcastle (Peter Sarsgaard), quienes se dedicaron durante años a armar un caso que desmantelara todas las “trampas” ejecutadas por los Sackler (fundamentalmente por Richard, interpretado por Michael Stuhlbarg) y Purdue, para convencer incluso a la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) de que su oxy era una cura milagrosa para el dolor, sin los mismos efectos secundarios que otras píldoras similares.

Más allá de la investigación pura, la narrativa crece gracias a las historias no-tan-secundarias de personajes como el doctor Samuel Finnix (Michael Keaton), la minera Betsy Mallum (Kaitlyn Dever), la agente del FBI Bridget Meyer (Rosario Dawson), y el representante de ventas Billy Cutler (Will Poulter), desde cuyos puntos de vista más a “ras de suelo” podemos entender los mecanismos agresivos y cínicos que se usaron para meter la oxy en el mercado y sus consecuencias directas en la vida de pacientes, que inicialmente la vieron como una salvación y terminaron convertidos en adictos o directamente perdieron la vida.

Detrás de números y regulaciones, es en el drama social en donde yacen las grandes fortalezas de este cuento que expone y echa bastante sal en una de las heridas más dolorosas del pasado reciente en el país norteño. El gran caso de la fiscalía es la columna vertebral del argumento, pero son las historias “pequeñas” las que mueven esta compleja armazón de múltiples capas.

Ya desde lo formal, el ritmo de Dopesick es el motivo principal que nos lleva a devorar uno tras otro los ocho episodios que componen esta temporada singular. Cargado de diálogos con sentido y escenas tan ilustrativas que rozan lo escalofriante, Strong usa el recurso de los saltos temporales para escapar a la predecible exposición cronológica de los hechos, y así aligerar la enorme carga dramática a la que nos somete constantemente.

Si obligatoriamente hubiera que señalarle algún defecto a la puesta en escena, sería lo confusa que puede resultar debido a los frecuentes cambios de época que nos llevan desde mediados de los 90 hasta principios de los 2000, con una velocidad algo difícil de seguir en ciertos tramos. No obstante, si es usted parte de ese público que presta atención a los detalles importantes, posiblemente no tenga problema alguno para no perderse.

Aunque se trata de una historia que finalmente consigue hacer justicia en favor de los millones de afectados, directa o indirectamente por la oxy, la serie no deja de ser un poco desesperanzadora. La exposición de los rejuegos corporativos que usan las grandes farmacéuticas muestran cuán expuestos podemos estar como sociedad ante los intereses de gente trajeada para quienes el paciente es más un consumidor que una persona necesitada de sanación.

Tres años después de su estreno, Dopesick continúa dentro de la selecta lista de las mejores miniseries de la década. Su aproximación cruda, directa y humana a la crisis provocada por los Sackler con la oxicodona, bien merece la pena para dedicarle varias horas de nuestro tiempo, ya sea de una sentada o espaciada durante algunos días. En cualquiera de estas variantes, es casi seguro que disfrutará de un show por encima de la media, con un elenco espectacular y un mensaje que no lo dejará ajeno.

*Según Mayo Clinic, los opioides son un amplio grupo de medicamentos dirigidos a aliviar el dolor que actúan sobre las neuronas cerebrales. Consiguen bloquear los mensajes de dolor e impulsar la sensación de placer, por lo cual pueden generar adicción.

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