Silo, una distopía que oxigena muy bien el (sub)género

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Hubo un momento en la historia más reciente del audiovisual, en que temas como el de los vampiros y las distopías se volvieron tan frecuentes que aburrieron a muchos. Afortunadamente, luego de saturar a todos con adolescentes que peleaban a muerte y chupasangres con sentimientos, la llama se apagó por un tiempo, lo cual permitió a los creadores refrescar sus ideas y buscar otras formas de aproximarse a ese tipo de relatos.

Sobre la línea temática de materiales futuristas, les cuento que hace unas semanas debutó en la plataforma de Apple TV+, Silo, serie basada en la saga de ciencia ficción Crónicas de Silo, de Hugh Howey. En ella nos presentan un mañana algo lejano, en el cual los humanos, o al menos los que conocemos nosotros, viven bajo tierra para protegerse de la radiación que quedó luego de un gran conflicto mundial. Allí, la ingeniera Juliette Nichols (Rebecca Ferguson) pierde al hombre que ama y comenzará una investigación para averiguar qué hay detrás de lo que las autoridades han vendido como un suicidio.

En paralelo al drama de Juliette, que sucede en dos segmentos temporales, está la historia del sheriff Holston (David Oyelowo), cuya mujer también murió cuando descubrió solo una pequeña porción de lo que ocultan los gobernantes del lugar. Ambos, a lo largo de un lapso de dos años, irán abriendo los ojos y encontrando preguntas y respuestas a lo que pasa en el sitio en donde han vivido sus vidas.

Además, coexisten, igual que en la serie original de cuentos y novelas cortas, otras historias y personajes que habitan este entorno aparentemente creado para proteger a las personas, pero diseñado en realidad para no dejarlas escapar hacia una realidad que muchos no están listos para aceptar. El elenco cuenta además con otros nombres importantes como el del rapero Common, Rahida Jones, Geraldine James, Tim Robbins y Will Patton.

Aquí la intriga política, la conspiración, el policiaco y la crítica social ofrecen una mezcla muy coherente y balanceada de elementos comunes en obras tan populares como la serie The Expanse o la saga de videojuegos Fallout. La atmósfera de secretos, verdades a medias y asesinatos “convenientes” nos mantiene en vilo hasta el cierre de la temporada.

Su ritmo narrativo podríamos catalogarlo de “calmado”, pero jamás como lento o aburrido. La madeja se va desenrollando entre episodios, o directamente de una escena a otra, de forma que logra que nos mantengamos interesados en lo que pasa. El puzzle que arma Graham Yost, experimentado creador detrás de historias como las del filme Speed o la serie Justified, se va develando sin demasiadas prisas. Tampoco faltan los giros de guion, aunque igual que en un trayecto bien diseñado, las “paradas” se encuentran colocadas estratégicamente, de forma que nunca nos quedemos cortos o conozcamos más de lo que deberíamos.

Si algo destaca en esta serie, cuyos valores de producción son notablemente altos, es que nunca aspira a maravillarnos con dosis de epicidad, ni efectos especiales o escenas trepidantes. El efectismo queda relegado a momentos puntuales, mientras que, por el camino, se explotan mucho más las emociones de los personajes y sus viajes individuales a través de este mundo fabulosamente armado desde lo formal y desde el contenido.

La idea que nos llega cuando vemos este show es que se trata de un intento muy serio de ofrecernos una historia ficticia desde la mirada más realista posible. A diferencia de otras tantas series y películas que apuestan mayormente por la estética y dejan de la mano la profundidad y solidez del argumento, aquí tenemos una combinación rara pero coherente de claustrofobia con libertad, factores opuestos que se complementan y dan a la propuesta una riqueza francamente difícil de encontrar en la televisión de hoy.

Si algo tuviera que señalarle a Silo es el hecho de que sus personajes están construidos de una forma tan justa, en el sentido de que a los caracteres les sobra emoción y hacen que disfrutemos de representaciones muy creíbles en todo momento, pero, a pesar de lo anterior, les falta tal vez un poco de sustancia para que logremos empatizar con ellos de la manera que esperaríamos.

Sin embargo, esos detalles no afectan la calidad general de un audiovisual que ya concluyó su primera temporada y parece establecerse dentro de la bien servida parrilla de Apple TV+ como una de sus grandes apuestas. La aclamación de crítica y público que ha recogido no es fruto de la casualidad, así que es lógico esperar que dentro de un año aproximadamente volvamos a saber de los habitantes de la ciudad subterránea.

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