El mundo del chocolate es muy “rico”. Existe un universo de sabores, partiendo de la materia prima fundamental -el cacao-, y luego de otros añadidos como leche, frutos secos, especias, licores y varios surtidos que pueden emplearse en la fabricación de rellenos.
“El 99% de las personas amamos el chocolate, el otro 1% miente”, puede leerse al entrar a la sede de este negocio ubicado en San Agustín, La Lisa. Allí se corrobora esa sentencia. En el interior: expositores repletos de los más variados productos, cristales que muestran el área de elaboración y un olor que envuelve.
La Chocolatera abrió sus puertas a Cubalite y conversamos con Carlos Menéndez Jorge, su dueño.
Cuando contactamos para la entrevista, como va siendo común en etapa pandémica, pretendíamos que fuera vía WhatsApp, pero Carlos insistió en la visita obligatoria. “No es lo mismo contarlo que cuando lo vives, incluso me ha pasado con amigos”. Ofrecen una experiencia que tienes que probar. De eso no cabe duda.
El ejemplo que él pone lo ilustra. “Si yo te digo que te vas a tomar un vaso de jugo de naranja, tu mente y tus papilas gustativas se preparan para eso, pero si te digo que vas a probar un bombón de piña colada no sabes qué esperar; lo relacionas con la bebida, pero no tienes idea de cómo sabrá esa mezcla con chocolate”.
Antes de entrar en detalles sobre sus disímiles ofertas, conozcamos cómo surgió este emprendimiento, próximo a cumplir su segundo aniversario.
“Esta pasión me viene de familia. Mi mamá, María Cristina Jorge, dirige la Escuela Latinoamericana de Chocolatería. Prácticamente nací en medio del chocolate”.
Varios cursos, escuelas, técnicas, preparación y el nombramiento como Maestro Chocolatero por parte del equipo del Museo del Chocolate de Bélgica… hasta que “decidimos hacer chocolatería fina artesanal”.
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Hoy La Chocolatera se ha convertido en un modelo de negocio distintivo. No obstante, aunque existan otras, “cada formulación es única, ideada por quien la crea. Nosotros, lógicamente, tenemos las nuestras”.
En un inicio, comenta Menéndez que planteó la idea a varios amigos, “pero no entendieron mi concepto, nadie se pudo imaginar hasta donde podíamos llegar. Estamos muy contentos y hemos tenido muy buena aceptación, a pesar de que ahora es que se está conociendo”.
Si se le pidiera mencionar su sello, sin dudar explica que se trata de “bombonería fina artesanal, donde hacemos resaltar la cubanía con la miel, el ron, los cocteles, las frutas…”.
“Lo que nos hace singulares es que trabajamos con cacaos que poseen estándares de calidad bien alto. Aunque nuestro principal deseo es emplear chocolate cubano, el que hoy tenemos al alcance no lo es, pero está al nivel de cualquiera en el mundo.
“Aquí tenemos para mezclarlo con mojito, piña colada, vodka con naranja, moscatel, tiramisú, además de una gama con café; chocolate negro con ralladura de limón y sal para tomar con tequila; tres especias (canela, nuez moscada y clavo de olor); una combinación de miel, ron y limón que trabajamos con el ron Havana Club -con el añejo y el Selección de Maestros-… Ahora mismo proponemos más de 24 ofertas, pero pudieran ser más: cada vez que imagines algo, se puede llevar a la práctica.
“Tenemos, además, la fórmula del trago Cubanito con tomate y ron, Canchánchara, Negrón, con melao y aguardiente y muchos otros. Quisiéramos tener más, pero aquí ya no caben y esperamos que finalice esta maldita pandemia para poder expandirnos y convertirnos en un lugar donde se pueda disfrutar de una gran gama de productos”.
La combinación de vodka y naranja es muy demandada. “Antes llegaban y pedían que les dieran una ʿbolita de estaʾ, pero ahora entran y quieren un ʿbombón de vodka con naranjaʾ”. Han fidelizado clientes y fomentado la cultura alrededor del mundo del chocolate.
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Estas combinaciones novedosas se funden en la boca y el acto de consumirlas se vuelve una verdadera experiencia. Un consejo: no las mastiques, deja que se vayan derritiendo poco a poco sobre la lengua.
Para catarlas es preciso involucrar todos los sentidos, de ahí la precisión del carácter sensorial que genera. Brillo, forma, color, aroma, sabor y textura se unen para hacerte vivir un momento irrepetible. Al menos hasta que vuelvas a comerte el mismo bombón.
Independientemente de los cocteles que fusionan (en cada mezcla hay un dos por ciento de las bebidas), el sabor se siente, pero sin ser invasivo.
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Además de una amplia variedad de bombones, en La Chocolatera se ofertan donuts, brownies, tartas (de nata, chocolate, vainilla, fresa, nutella y la “salvaje”, adornada con confituras hechas por ellos). Para niños disponen de figuras: “hemos tenido que ir creciendo en cuanto a la variedad, creando algunas específicas que nos piden. Los números de chocolate, al principio, eran solo para nuestros cakes y cada día se venden muchísimos”.
Abren todos los días desde las 10:00 AM hasta las 7:00 PM. Han ganado tanta aceptación que, según Carlos, vienen clientes desde todos los municipios. “Hemos trabajado en función de los gustos del público y hemos realizado ajustes atendiendo a sugerencias: el coco, que lo hacíamos con chocolate semiamargo, lo estamos elaborando ahora con chocolate blanco y se vende el triple de lo que se vendía hasta hace un tiempo”.
“Con la llegada de la COVID-19, lo que antes eran mesas para la atención al cliente, tuvimos que convertirlas en áreas de servicio y centro de elaboración, también debido a la alta demanda. Vamos a cumplir dos años y hemos estado la mayor parte del tiempo en pandemia, por lo que no hemos podido desarrollarnos todo lo que hubiéramos querido, pero hemos crecido. Hoy tenemos hasta una granja para el suministro de los huevos y hay transporte para los trabajadores, las reformas en el local las hicimos sin cerrar. Hemos trabajado ininterrumpidamente.
“Durante un tiempo tuvimos el servicio a domicilio, lo cual nos ayudó mucho a darnos a conocer, pero el clima nos afecta y decidimos quitarlo. Tenemos muy buena demanda aquí. Todavía nos falta mucho por transitar, pero estamos seguros de hacia dónde queremos ir”.
Un dato curioso: si adquieres o te regalan alguno de sus productos, debes saber que alcanzan una durabilidad prolongada. “El sólido puede durar hasta un año, y los rellenos, de tres a cuatro meses”. Esto se debe a sus fórmulas balanceadas.
“Los hacemos a mano, uno a uno”, me dijo Carlos y yo no entendía cómo podía ser posible, hasta que vi a las muchachas del equipo, con total dedicación, perfilar los bordes y quitar sobrantes de figuras de chocolate luego de desmoldarlas. El propietario habla de atemperar chocolate, sobre números específicos. “Es ciencia”, digo, y Carlos lo reafirma. Se debe bajar la temperatura y luego subirla, con precisiones casi milimétricas.
En La Chocolatera cuidan hasta el más mínimo detalle. Los estuches son importados y hechos con un gusto exquisito.
“Yo he hecho estudios de mercado, llevo mucho tiempo preparándome para esto.
Nuestro equipo es joven, pero vamos a llegar lejos. Estamos en condiciones de llegar al nivel de un chocolate francés, italiano o belga, e incluso mejor, pues ellos no tienen nuestra miel, nuestro ron, café o frutas”.
P.D: Disfrute de algunas de sus creaciones en sus redes sociales:
Facebook: @lachocolaterahav
Instagram: @dcarliechocolate
Cuentan con una página web para pedidos desde el extranjero y entregas en La Habana. Te dejamos la dirección en este enlace.
Compramos por primera vez y en realidad el dueño es modesto con sus comentarios porque si de excelencia se trata busquen y prueben alli cualquier cosa de chocolate son extremadamente exquisitas les recomiendo la donuts sigan asi que seran grandes saludos
Hola, buenas tardes quiero hacer una compra me pueden enviar el número de teléfono para hacer el pedido, porque trate de entrar a la web y no me deja hacerlo.