Julio David quiso ser pelotero desde chiquito. La inspiración le llegó de su padre y su abuelo, veteranos protagonistas de la Liga Azucarera con los colores del central «Cristino Naranjo» de Cacocum, Holguín. Junto a ellos, aprendió lo básico en los terrenos del combinado deportivo local. Allí incorporó la técnica de cómo fildear un roletazo y hasta la posición correcta para plantarse en el home, bate en mano.
Aunque siempre le gustó el campo corto, posición en donde se desempeñaron dos generaciones de Góngora antes de él, su debut en los escolares con Holguín fue como segundo receptor, pese a que una vez iniciada la lid sí logró defender el «hueco».
“Mi primera inclusión en un equipo Cuba llegó en 2007, cuando me seleccionaron para el plantel de la categoría sub 16 que asistió al campeonato mundial con sede en Táchira, Venezuela. En esa lid, que fue renombrada como Copa “Simón Bolívar” (debido a desacuerdos entre la nación sede y la IBAF), quedamos terceros, tras caer en semifinales frente a Estados Unidos, que fue el campeón”.
Para 2008, Julio David integró la talentosa preselección nacional juvenil que se preparaba camino a la cita del orbe. Sin embargo, una semana antes de partir rumbo al torneo, el holguinero fue sacado de la concentración y sustituido por otro compañero, pues, según le explicaron, hacían falta más bateadores de fuerza en el grupo.
Más allá de ese disgusto, Góngora reconoce que fue un placer haber entrenado con aquella “banda”, en donde destacaban grandes figuras como Yasiel Puig, José “Candelita” Iglesias, Aledmys Díaz, Yasmani Tomás, Erisbel Arruebarruena y Jeans Maikel Trujillo, entre otros.
Posteriormente llegaría su debut en la 49na. edición de la Serie Nacional, justa en donde su primer turno al bate sucedió frente al zurdo guantanamero y big leaguer Roenis Elías, a quien conectó jit en esa ocasión. Ese año participó sólo en 21 juegos y acumuló sólo tres indiscutibles en 19 turnos oficiales. Sin embargo, luego de eso pasaron hasta dos años antes de que Julio David Góngora regresara al clásico nacional.
“En 2010 me dejaron fuera del equipo de Holguín y, aunque me tuvieron entrenando hasta el juego 45, al final no me subieron. En la temporada siguiente volvió a estar en la liga de desarrollo junto a su compañero Jorge Luis Zaldívar, pero se repitió la situación. La historia cambió en 2012, cuando pusieron a Irochi Bartuti como timonel, y este le manifestó su interés en tenerlo dentro del equipo.
“Durante la LII Serie comencé en el banco, pero poco a poco me fueron dando oportunidades y las aproveché muy bien ofensivamente. Al final me dejaron como jardinero central y primer bate, rol en el que cumplí, pues a pesar de no clasificar a la segunda ronda, en la liga paralela que se hizo terminé la temporada con buenos números (.333/.405/.376). Esa vez tuve un problema con un cerrador de Las Tunas y me pidieron dos años de sanción, pero apelé y seis meses más tarde ya estaba jugando de nuevo”.
A lo largo de las tres temporadas sucesivas, Góngora se confirmó como un integrante fijo de los planteles holguineros, con quienes tuvo una participación constante, a pesar de que su rendimiento no fuera particularmente destacado en términos generales. Todo cambió en 2017, cuando un suceso en la Serie Provincial le llevó a tomar la decisión de marcharse del deporte.
“Estábamos jugando el pase a la final de la serie provincial frente al municipio de Holguín. Yo estaba con un yeso y me lo quité para poder participar en ese encuentro, que, además, era una repetición, pues nos habían quitado una victoria que nos daba la clasificación, supuestamente por la utilización incorrecta de un lanzador por parte nuestra.
“Fuimos hasta Holguín a jugar y en ese partido tan tenso hubo un out en home y llegó la correspondiente discusión. En medio de eso, bajé de los jardines para pedirles calma a los peloteros, llevármelos para el terreno y seguir el partido. Pero luego de expulsar a varios atletas, el árbitro de primera le preguntó al principal si él me había expulsado y el otro le contestó que sí. Al parecer, aquello estaba organizado para afectar a Cacocum y me molestó enormemente, al punto de que boté hasta mi merienda, que fue el hecho que escogieron para pedirme un año de sanción que comprometiera, incluso, mi participación en la Serie Nacional.
“Por suerte para mí, un tecnicismo legal me benefició y me dio la razón. Pese a ello, decidí que no iba a volver a jugar”.
Su regreso tuvo lugar en 2019, ante la insistencia de su padre y de su hijo de que siguiera demostrando que tenía calidad para defender a los Cachorros en la élite de la pelota cubana. Así fue que Góngora logró estar de vuelta para la 59na. versión del máximo evento beisbolero en nuestro país. Esa vez, en 28 partidos y 106 veces al bate, disparó 31 inatrapables y acumuló slash line de .313/.352/.414.
“Yo no estaba pronosticado para ser regular, pero el día de la inauguración jugábamos contra Sancti Spíritus y nos íbamos a enfrentar contra el zurdo Yamichel Pérez. El tema era que nuestro shortstop, Yordan Manduley, estaba contratado en Canadá y entonces el mánager decidió ponerme en ese puesto. Recuerdo que el primer batazo del juego vino por mi zona, me tiré de cabeza, cogí la pelota y logré sacar el out en primera.
“Desde ese momento me desperté, y en lo adelante la cosa fue bien hasta un juego contra Matanzas en que nos pusimos fatales. Ese día, primero Manduley, que ya había regresado, dio hit y se lesionó el tobillo a pisar la base. Ahí me bajaron para el cuadro y resulta que, dos innings más tarde, William Luis dio un rolling que se levantó y terminó fracturándome un dedo en la mano de lanzar”.
“Hasta ese instante, según me dijeron, yo me encontraba en la bolsa de los refuerzos y también del Juego de Estrellas. Como me recuperé pronto, fui a reincorporarme en una subserie contra Santiago, pero me dijeron que ya no estaba elegible porque aún aparecía incluido en la lista de lesionados. Esa fue la gota que colmó el vaso y me retiré definitivamente de la pelota en Cuba.
Julio David Góngora confiesa jamás haberse sentido valorado por las autoridades del INDER y el gobierno de su propio municipio, a pesar de ser el único pelotero de Cacocum en integrar la escuadra de su territorio y de haber dado todo por defender los colores de su zona de nacimiento.
“Yo valía nada más cuando estaba jugando la provincial. Luego, cuando era parte de la nacional, se desentendían de mí. Cada vez que necesité de ellos me fallaron y eso me decepcionó muchísimo”.
En 2019 dejó el país y partió rumbo a Uruguay, nación en donde vivió un año antes de mudarse recientemente a México. Actualmente, a sus 29 años, Julio reside en Cancún y trabaja en una pizzería, aunque mantiene viva la chispa beisbolera.
“Ahora he recobrado mis ganas de jugar pelota y aunque sé que debo volver a entrenar duro, creo que puedo volver al diamante. Hace poco estuve en un juego amistoso al que me invitaron y me di cuenta de que aún no estoy acabado. Hay otros equipos de las ligas locales que posiblemente me den la oportunidad, así que haré todo lo posible por lograr mi sueño de regresar”.
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