En estos momentos, la actriz cubana Ariana Álvarez llega a nuestros hogares en varios momentos del día. Quiso el azar que se retransmitieran en la televisión cubana, a la vez, cuatro novelas en las que aparece.
Roxana en Bajo el mismo sol (2011), que colocan martes, miércoles y jueves a las 2:00 pm por Cubavisión; Jesusa en Destino Prohibido (2004), martes, miércoles y jueves, 3:15 pm, por el mismo sitio; Yamina en La cara oculta de la luna (2005), martes y jueves, 9:00 pm por el canal de la familia cubana; Luz Marina en Latidos compartidos (2015), lunes, martes, jueves y viernes, 10:00 pm por Canal Habana;
“Estoy preocupada con eso. A mí me parece que no está bien. A nosotros los actores no nos conviene que coincidan tantas obras en las que aparecemos. La gente se satura de ver las mismas caras todo el tiempo, a mí me pasa como espectadora y para trabajo tampoco es favorable porque los directores te ven demasiado y dicen: «está quemada»”.
Desde Cubalite conversamos con esta actriz y, aunque abordamos temas muy variados, algunos más conocidos que otros, aquí les dejaremos los momentos de la conversación que más nos atraparon.
Decidimos empezar con lo último que le preguntamos. Como fieles seguidores de la actriz en sus redes sociales, la hemos visto en una faceta de cocinera y no podíamos concluir (o empezar) sin hablar de su presencia en las plataformas digitales y este período convulso en medio de una pandemia.
“El tiempo de cuarentena me ha servido para meditar y para aprender un montón de cosas positivas para la vida. La primera es que he pasado mucho tiempo sola. A veces es bueno estar sola, pues te hace replantearte y pensar en cuestiones que a lo mejor no pensabas antes. Mi cuarentena no ha sido la mejor, pero tampoco la peor. Al inicio tuve estrés, tensión, ansiedad, eso me llevó a sobreinformarme y los extremos son malos.
“Empecé a usar más las redes debido al encierro y, al inicio, empecé a pedirles a las personas que pararan de salir a la calle, evitaran hacer colas. Quería decirles en todo momento que era más importante la vida que todo. Claro que también para mantenerte vivo hay que comer, pero podíamos sustituir algunos alimentos por otros, porque era más importante vivir. Algunos lo tomaron mal y algunas de las publicaciones fueron malinterpretadas”.
Hubo un youtuber que utilizó uno de sus posts y lo tergiversó. “Me puso en mala con muchísimos cubanos y entonces me dije «yo no voy a cejar en este intento porque a mí me interesa la gente, yo soy por la gente, me preocupan los cubanos de a pie, porque soy una más, aunque muchos piensen que no». Entonces pensé que debía hallar el mismo resultado, pero tenía que usar otro método”.
A partir de lo anterior surgió Sin pollo también hay paraíso, una sección en sus redes donde presenta platos. “Con el tema de que, si no alcanzas pollo, si hay molotera, si no lo tienes, no importa, intenta crear con lo que tengas en casa. Lo que hice fue llamar la atención a las personas desde esta forma y lo que hago hasta el día de hoy es publicar un plato que elaboro en casa, sin pollo, para que se sumaran muchos y tomaran la situación sin estrés. Varios seguidores me han mandado recetas y fotos de lo que preparan sin esa carne. Si no la tienes, debes intentar sobrevivir. Disímiles cubanos que viven fuera de la isla se han unido para dar ideas y ayudar a los de aquí. A esas personas que están fuera del país y tienen interés por la cocina yo les he ido poniendo retos y les digo las cosas que tengo en casa -pocas- para que hagan un plato. Ha surtido efecto, han hecho recetas extraordinarias con casi nada”.
Aunque se reconoce como neófita en el mundo de las plataformas digitales, a fuerza de prueba y error ha comprendido el poder que tienen. “Las redes sociales son un arma de doble filo. Pueden traerte mucho regocijo, pero también problemas. He estado intentando aprender de esos peligros y utilizar la parte positiva para influir de buena manera en la gente. He conseguido muchos seguidores, pero noté que había gran desasosiego y la cuarentena me enseñó a ver lo positivo. En medio del caos hay cosas positivas, aunque sea un 1%. En medio del caos hay alguien que te dice que no olvides sonreír aunque todo esté muy mal. Hay gente que me escribe que está triste y no puede salir de casa porque la pandemia y la economía le han jugado una mala pasada y luego me dicen que una publicación mía les ayudó a levantarse, les dio fuerzas. Eso me hace sentir útil, más cercana, para que vean que somos iguales y podemos tener los mismos problemas. Yo no soy diferente por ser una persona pública. También ellos me dan aliento”.
Desde que planteamos la entrevista, ella está trabajando en varias cosas y se disculpa por la demora. Responde en la madrugada, audios de larga duración que da gusto oír. Habla de su público, de sus fanáticos, sin saber que soy una más y cuando cuenta situaciones me siento identificada.
“Nací en La Habana, en el Vedado, en el hospital González Coro. Muchas personas creen que nací en el oriente del país y creo que tiene que ver con los personajes que he interpretado. Toda mi familia es de La Habana. Mi infancia fue muy bonita. Fui la primera nieta, sobrina, incluso la primera de mi generación en mi ámbito cercano y tuve mucho cariño. Me mimaron mucho. Recibí una educación antigua, con una serie de normas estrictas, límites, pero era una niña muy buena. No les traje dolores de cabeza a mis padres –médico y enfermera. Nunca tuvieron que lidiar con los típicos problemas de tener un adolescente en casa. Era muy cariñosa. Tenía unos abuelos fabulosos y era muy obediente, disciplinada, tranquila, estudiosa”.
En este momento hace un alto y se ríe. “Me da mucha gracia porque la vida profesional me ha llevado a hacer personajes tremendos, chusmas, muchachas jacarandosas, saliditas del plato, adolescentes muy alebrestadas y fui absolutamente todo lo contrario”. Muchos de sus seguidores, yo entre ellos, jamás lo imaginamos.
“En mi niñez y adolescencia momentos bonitos hay muchos. Siempre iba de vacaciones con mis padres. Me dicen que de pequeñita comía muy mal. Recuerdo a mi abuelo permitirme cosas que sé que no les permitió a otras personas en su vida. Me vienen a la mente momentos en casa de mi abuela paterna, allí me sentía más libre, pues ella me dejaba hacer lo que en el hogar de mi abuela materna o en mi casa no me permitían y era divertido.
“También hay recuerdos que no fueron del todo bonitos. En mi adolescencia comencé a padecer de problemas en los huesos, en la rodilla. Me han operado varias veces en la vida por eso. En aquel tiempo estuve durante una buena etapa hospitalizada, sobre un sillón de ruedas, con muletas, sin poder caminar, y eso marcó mi personalidad; hizo que yo, obligatoriamente, me creciera antes las dificultades y desde entonces siempre busco lo positivo de lo desastroso, incluso de las situaciones más negativas”.
Ya entendemos todo el optimismo y las buenas vibras que desborda en sus redes sociales, aun en medio de una pandemia global. Es de esos momentos más difíciles de los que guarda los recuerdos más gratos de su público.
“Tengo anécdotas extremadamente bonitas con personas fanáticas. Voy a hablar de la gente linda que me he encontrado en la vida gracias a mi trabajo. Hay un montón de personas que me han ayudado incluso desde la distancia. En esos periodos que no han sido saludables mientras he estado ingresada, incluso con peligro para la vida, se ha enterado el público y luego he sabido que hubo muchos que hicieron vigilias. No sabía en qué consistía eso, pero eran gentes que se reunían a orar y a mandar buenos pensamientos o energía para mí en determinados sitios lejanos, pendientes de mí durante toda una noche. Eso me dejó impresionada. Hubo quien fue al hospital y durmió allí para saber en cada parte médico cómo estaba yo”.
“Me encontré en la calle a una persona que me dijo: «esto lo he guardado en la cartera por años, es una estampita de la caridad del cobre; hice una promesa por ti, por tu salud. No vivía en La Habana y la promesa era que tenía que verte en algún momento de la vida, en persona, y dártela. Como te he encontrado en el medio de la calle, te la doy y hace falta que la lleves siempre contigo en tu cartera para que te proteja, también es parte de mi promesa». Eso es bello.
“En las redes sociales, principalmente en este tiempo de pandemia, tanto dentro como fuera de Cuba he conocido gente increíblemente bella que me ayuda, en algunos casos me dan aliento, me animan, me hacen reír. En estos días hay un seguidor que está esperando que yo le mande una foto mía para hacerme una pintura al óleo y eso queda para siempre”.
“Hace poco puse en mis páginas una historia de alguien que me admira y comenzó diciendo «te amo de la manera más buena, de la más sincera y más noble». Me hizo su historia y tiene que ver con que uno de mis personajes le provocó sentimientos, dolor, tristeza, e hizo que me quisiera para siempre. No vive en Cuba y dice que espera encontrarme en alguna calle de La Habana para saludarme y abrazarme. Creo que soy muy afortunada en ese sentido, me he encontrado a fanáticos que me quieren porque sí y eso es un tremendísimo privilegio”.
Puede que te haya parecido extraño, o no, pero en varias ocasiones Ariana alude a la GENTE. “Estoy hablando así, con este término, porque me gusta mucho que la gente sea simple, común, sencilla, y creo que este tipo de personas nos hacen y nosotros nos debemos a este tipo de público, al de a pie, y mis personajes demuestran en muchos sentidos que son parte de ese pueblo que pasa las mismas vicisitudes, trabajos, que tiene los mismos problemas que los roles que me ha tocado defender”.
Ariana dice que ha tenido la suerte de que le den para interpretar grandes personajes. Agradece a guionistas y directores. “He tenido la buena suerte de que los guiones de los personajes están muy bien escritos, también tengo que agradecer a los directores que me han permitido improvisar. No solo me alimento del guion, sino de técnicas de actuación que aprendí en teatro gracias a mi fabuloso director y profesor Humberto Rodríguez, y de lo que veo en la gente, en esa gente del día a día, que me rodea y puede que no conozca pero son parte de mi estudio”
Para cada uno de los personajes que ha interpretado se ha preparado muchísimo. Antes de dar vida a Mónica, la guajira de Polvo en el viento (2008), nunca había tenido contacto con personas del oriente cubano y se rodeó de ellas. Yamina en La cara oculta de la luna (2005) era una adolecente rebelde, y como su etapa no fue así, buscó referentes jóvenes.
“Considero que cada uno de los roles ha aportado mucho en mi vida y no desdeño ninguno. Me han parecido fabulosos todos, me prestigiaron como actriz y lograron que yo llegara a la gente y para mí eso es lo importante. Aquellos a los que yo no sepa cómo entrarles, que considere difíciles para mí por la personalidad que tengo, por la psicología, por la historia, me gustan más porque requieren gran esfuerzo y son como una especie de retos. Los retos a mí me hacen crecer”.
… y si de desafíos se habla, su debut en una telenovela cubana lo fue.
“Mi primera telenovela fue Destino Prohibido (2004), dirigida por Xiomara Blanco. Ahí hice un personaje que me marcó para toda la vida: Jesusa. Me sentí identificada en muchos momentos porque era una muchachita muy ingenua, tímida, enfrentándose a la vida, sufriendo por amor, y en muchos aspectos tenía puntos en común en esa época conmigo. Yo me estaba enfrentando a una nueva vida como actriz y lo que representaba trabajar en un medio completamente ajeno a mí. También compartía con ella la nobleza, el amor, y creo que el personaje lo hice con toda la conciencia de que iba a quedar para siempre y, por tanto, tenía que cuidar eso.
“Ella no hablaba mucho, no tenía mucho texto en la historia o una condición de protagónico. Recuerdo que mi padre, que fue la primera persona que leyó el guion, incluso antes que yo, me dijo: «tienes un personaje que es un extra» y yo recuerdo que le dije «no importa, yo daré todo lo que tenga de mí y trataré de que no pase como un extra», porque mi director de teatro me enseñó que los personajes los hace uno, no eran ni pequeños ni grandes. Requería de más esfuerzo mío porque cuando un personaje no tiene mucho en palabras, tiene que demostrar más con sentimiento, y Jesusa en ese sentido creo que era más visceral, sentimental, y lo que tenía que hacer era demostrar más con acciones y emociones. Eso me hizo crecerme ante esa condición y pienso que el público lo agradeció mucho, se sintió muy identificado con ella. Hasta el día de hoy muchas personas me llaman Jesusa.
“Ese es uno de mis preferidos, para no decir el preferido, porque además de ser el primero, tuve experiencias muy bonitas durante la producción de esa telenovela. Tuve que lidiar con muchos elementos que me habían enseñado en teatro y que ponía en la práctica y no fueron tan complicados precisamente por la disciplina que llevaba yo. Pero estuve rodeada de grandes actores que solo veía en televisión cuando pequeña, los creía inalcanzables y de pronto estaban trabajando conmigo, de tú a tú, y esas grandísimas personas se comportaban con una sencillez, delicadeza, respeto y una consideración increíble hacia los más jóvenes”.
Luego de este, vinieron otros, muchos. A todos les puso el corazón y esa sonrisa suya que todo lo puede. Sus inicios en la actuación fueron con el grupo de teatro Olga Alonso y el profesor Humberto Rodríguez. “Él no solo enseñaba sobre actuación, también sobre la vida, sobre la ética como profesional, sobre disciplina, respeto y constancia. Eso me ayudó muchísimo”.
Del teatro pasó a la radio, medio que nunca más abandonó. Varios cursos y una carrera universitaria. Locutora, presentadora… Ariana ha hecho todo…incluso ha tenido un majá de Santa María en su cuello.
P.D: Si las cuatro retransmisiones te parecen pocas y quieres ver otras facetas suyas, puedes encontrarla en:
- Conexión Cuba: miércoles 5:45 por Cubavisión (Noticiero sobre tecnología)
- Generación Cero: jueves 1:30 pm por Canal Habana (Espacio para la música)
- Música de fondo: domingo, 11:00 pm por Radio Taíno
- Con ciertos discos: todos los días a las 5:00 am por Radio Taíno
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