La bandera tricolor, que identifica desde hace más de 150 años a Cuba, es oficialmente el símbolo más importante de nuestra nación. Roja, azul y blanca, con sus franjas blanquiazules y su triángulo carmín, la llamada “de la estrella solitaria” nos identifica en cualquier rincón del mundo como hijos de esta tierra.
El orgullo que se siente al verla en lo más alto, toda extendida por el viento, es algo que se disfruta siempre. Sin embargo, la fuerza de la costumbre hace que con frecuencia simplifiquemos el significado de ese bello rectángulo conocido por nosotros desde que tenemos uso de razón.
Por eso hemos querido apuntar una serie de elementos que consideramos indispensables a la hora de referirnos a la enseña nacional, algunos más conocidos que otros:
- La bandera, atribuida fundamentalmente a Miguel Teurbe Tolón, se izó por primera vez en un balcón de las calles Fulton y Nassau en Nueva York, y entonces representaba a la Junta Cubana.
- Las puntadas que unieron en un solo pabellón el conjunto de ideas y matices originales, fueron dadas por Emilia Teurbe Tolón, esposa de Teurbe Tolón.
- Además del mencionado patriota matancero y su cónyugue, participaron en la creación de la bandera Juan Manuel Macías, José Aniceto Iznaga Borrell y su sobrino José María Sánchez Iznaga, así como el celebérrimo literato Cirilo Villaverde, autor, entre otras, de la inmortal novela Cecilia Valdés o La loma del ángel.
- Aunque luego se convirtió en el estandarte de la independencia, la génesis de la bandera es anexionista. Fue traída a Cuba por el patriota venezolano Narciso López en una expedición realizada dos décadas antes de la Guerra de los Diez Años. El hecho sucedió el 19 de mayo de 1850, cuando López desembarcó en Cárdenas, actual provincia de Matanzas, e hizo ondear el ilustre pabellón por primera vez en suelo antillano.
- Las franjas azules indican los tres departamentos administrativos en que la Capitanía General había dividido a Cuba en 1827: Occidental, Oriental y Central. Este último sería disuelto en 1853 y su jurisdicción pasaría al control del lado oeste de la Isla.
- En la enseña nacional hay un profundo contenido masónico. Un claro ejemplo es el triángulo equilátero, figura perfecta que tiene tres lados y ángulos de idénticas dimensiones.
- Siguiendo con la masonería, y según el texto de Torres y Loyola[1], los tres colores que se usaron en ella son los de la revolución, y coinciden, de acuerdo a la connotación latina, con el tríptico de la francesa. El blanco expresa la pureza de los ideales de justicia; el azul, el altruismo y la altura de esos ideales; y el rojo no simboliza la sangre derramada, sino la que se derramaría.
- En conjunto, la enseña sintetiza un modelo de justicia para la época, basado en la visión republicana y democrática del ciudadano “…libre e igual, con plenos deberes y derechos, en contraposición a los vasallos del rey según la concepción de la monarquía absoluta”[2].
- La estrella de cinco puntas, una de ellas señalando al Norte como signo de estabilidad, expresa “…el equilibrio entre las cualidades morales y sociales que deben tipificar al Estado y significa el astro que brilla con luz propia, es decir, el Estado independiente”[3].
- A pesar de que algunos hablan de una similitud entre la banderas cubana y la estadounidense, algo que no es del todo descabellado si tenemos en cuenta que sus creadores pensaban en anexarse a esa nación, lo cierto es que la nuestra trasciende a su “vecina” norteña, pues no sólo se comprendió en ella el valor de la libertad, sino el de igualdad y fraternidad promulgados por los revolucionarios franceses, quienes convirtieron ese tríptico en la piedra angular del movimiento que estalló en 1789 y se convirtió en un hito para la historia humana.
- Además del tema francmasón, existe otra curiosa simbología en la conformación del pabellón nacional, vinculada a los números sagrados de la Biblia y a los pitagóricos. El tres, representado por las franjas azules, indica la armonía perfecta; el cinco, total de las franjas, apunta al espíritu vivificador y la perpetuidad de la naturaleza; y el siete, suma de las franjas, el triángulo y la estrella, es considerado como el número perfecto por la Biblia, además de ser sagrado para los griegos (los siete sabios, los siete metales de la antigüedad) y los judíos (los siete brazos del Menorá, candelabro sacro usado en su liturgia religiosa).
- En Guáimaro, sede de la primera Asamblea Constituyente independentista, fue elegida la bandera de Narciso López por encima de la que enarboló Carlos Manuel de Céspedes al inicio de la contienda. Como eso significó la imposición del criterio camagüeyano-villareño en el cónclave, “para desagraviar al líder oriental, se acordó que dondequiera que se reuniesen los legisladores del pueblo cubano, la bandera del Diez de Octubre presidiese, junto a la de la estrella solitaria, la sesión parlamentaria”[4].
Notas:
[1] Historia de Cuba (1492-1898). Formación y liberación de la nación. Eduardo Torres Cuevas y Oscar Loyola Vega (La Habana, 2001).
[2] Ídem; pp. 200.
[3] Ídem; pp. 200
[4] Ídem; pp. 244.
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