En 1975, el club London Majors logró su corona número 12 en la Intercounty Baseball League (IBL), una liga independiente canadiense con más de un siglo de historia. A la sazón, ese conjunto derrotó en la final a Guelph Forums, en un duelo que se extendió a seis encuentros. Después del título, los años fueron pasando y el elenco de la ciudad de la provincia de Ontario no encontraba la manera de colocar en sus vitrinas el cetro 13 y sus seguidores se preguntaban hasta cuándo duraría la maldición.
46 años, la maldición duró 46 largos años. Recientemente London Majors consiguió su decimotercer campeonato, que lo ubica en la tercera plaza entre los conjuntos más ganadores del certamen, después de triunfar por el primer lugar ante Toronto Maple Leafs, en un match que se alargó a cinco desafíos.
Por fin el talento cubano pudo conocer lo que es alzar el trofeo de la IBL, pues dos antillanos fueron cartas importantes en los Majors. Recuerden que, en las últimas ediciones, varios peloteros de la Isla, contratados mediante la Federación local en las Panteras de Kitchener, habían estado a punto de ser campeones, pero a punto no se apunta.
Carlos Arteaga y Humberto Ruiz, dos atletas sin experiencias en la Serie Nacional, repitieron en este circuito con su elenco de siempre. El primero juega desde 2016 y el segundo reapareció, tras su última contienda, en 2017.
El villaclareño Arteaga, jugador de cuadro que salió de Cuba con 17 años, en la etapa regular participó en 26 choques, con average de .337, 25 anotadas, 35 hits, 10 tubeyes, 28 impulsadas, 11 boletos e igual cantidad de ponches. En los playoffs ligó cinco remolcadas.
En tanto el matancero Ruiz, jardinero que llegó con 24 abriles a Canadá, promedió .400 en 14 compromisos, con 10 anotadas, 20 imparables, un doble, un jonrón, 10 propulsadas, dos bases por bolas y cinco ponches. En la postemporada bateó .345, produjo 10 incogibles y fletó seis veces.
Humberto, horas después del histórico cetro, conversó con Cubalite y dijo que la combinación Villa Clara-Matanzas —Carlos de segundo bate y Ruiz de tercero— fue una suerte de fuerza mágica, pues el ánimo y los consejos entre ellos nunca faltaron.
“Estoy muy contento, tanto con este gran resultado colectivo como con mi rendimiento individual. Cada miembro puso su parte para completar esta deuda que teníamos con nuestra ciudad, nuestras familias, nuestras carreras deportivas. Sin dudas, esta fue mi mejor demostración en todas las temporadas en que he participado en la IBL. Me dije que si regresaba, tenía que contribuir en el equipo y lo hice.
“Tuve que crear un gimnasio en mi casa, porque todos estaban cerrados por la COVID-19. Nunca olvidaré esa gran atrapada que hice en la final al jonronero del otro club, quien siempre ha sido una piedra en nuestros zapatos. Le robé un cuadrangular, un fildeo que, con total seguridad, es el mejor de mi vida”.
El yumurino confesó su amor por el béisbol, pero ya tiene 33 años y una hija de 10 meses a la que desea dedicarle mucho tiempo, por lo que esta fue su última campaña. “Creo que cumplí mi meta en esta pelota, ahora debo continuar con mi vida familiar y con mi trabajo, para también triunfar en ello”.
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