Para los que hemos nacido y crecido en regiones tropicales, el otoño es una estación del año que no vivimos con la intensidad que esta tiene en regiones más al norte o más al sur. Casi todos sabemos que se caracteriza por la caída de las hojas de los árboles y es por ello que muchos creadores vinculan esta estación con la tristeza. En Árboles Raros, por ejemplo, Carlos Varela nos cuenta de alguien que «quiso un pasaje sin otoño» y que «salió a buscar otra estación»; The Autum Leaves, difundida en Cuba como Las Hojas Muertas, evoca igualmente en la música de Joseph Kosma y en las letras de Jacques Prévert (Francés) o Johnny Mercer (Inglés) la sensación de pérdida y nostalgia.
Sin embargo, para los que hemos tenido la oportunidad de vivir en otras geografías, especialmente en zonas rurales, el otoño puede ser una experiencia sensorial gratamente abrumadora que va mucho más allá de cualquier representación en la literatura, la música o la fotografía, por muy fiel y completa que esta sea. No se trata de toda la duración de la estación, sino de los casi 15 días en que el color de las hojas cambia del verde a una multiplicidad cromática increíble. El otoño también puede ser una experiencia filosófico-espiritual, pues de esos árboles que se secan con el paso de la estación, brotarán nuevamente, cada año, hojas nuevas.
The Autumn leaves – Nat King Cole
Les feuilles mortes ´- Yves Montand
Árboles raros – Carlos Varela
Como el título de este trabajo habla también de imágenes, a continuación les comparto estas bellas instantáneas del fotógrafo local Ted Dawson.
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