¿Por dónde empezamos? Ah sí, si el American football fuese una religión o una corriente de pensamiento político, la NCAA y no la NFL sería la iglesia o partido predominante en los Estados Unidos.
La National College Athletic Association agrupa a los programas deportivos generados en la mayoría de las universidades de ese país. Incluye a más de 1200 entidades, organiza 90 campeonatos para ambos sexos en 23 disciplinas… pero dos de ellas “se roban el show”: el baloncesto y el American football.
No me toca a mí hablar del primero, del que poco sé. Sobre el segundo, sin embargo, comienzo diciendo que la mayoría de los norteamericanos con los que he interactuado, al ser consultados, confiesan algún tipo de lealtad para con uno de los muchos equipos en liza, aun cuando no demuestren interés por la NFL.
Esto ocurre por muchas razones y solo diré un par: la NCAA football es más antigua que su contraparte profesional. Las universidades son la raíz de este deporte. Luego, no todos los estados de la Unión poseen un equipo de NFL, pero sí varias universidades. Además, el estatus amateur de los competidores –defendido por reglas severas, rayanas en la crueldad– lleva a que el ethos de esta inmensa liga sea relacionado en el imaginario colectivo con valores como la lealtad, el amor a la camiseta, el sacrificio, la identidad.
Pero menos cháchara y más play action. La estructura de la NCAA Football es bizantina, con 3 divisiones. La primera y más importante está dividida en 2 subdivisiones –FBS y FCS– que podrían considerarse, respectivamente, la Primera y la Segunda división de esta liga, si buscásemos un equivalente en soccer.
La Football Bowl Subdivision –FBS– es el torneo élite y se subdivide en 10 conferencias que juegan su temporada regular y postemporada en otra de esas estructuras norteamericanas capaces de provocarte una jaqueca. Pero nada de eso importa, pues, en buena lid, la cúspide de la FBS y del fútbol colegial de los Estados Unidos –los bowls– son por invitación.
A lo largo del torneo, comisiones de periodistas especializados y miembros de la American Football Coaches Associacion generan rankings de los equipos en competencia. Desde 2014 hasta la fecha, los cuatro mejores ubicados en ese escalafón, al final de la temporada, discuten primero contra cuarto y segundo contra tercero. Los ganadores se batirán en el llamado College Football Playoffs National Championship Game cuya próxima edición deberá jugarse el venidero 13 de enero.
Si ya sabías todas estas cuestiones y solo empezaste a leer este artículo porque deseas conocer mi opinión sobre lo que pasará, quiero expresarte mi gratitud y admiración. Si no es así, espero que lo anterior haya sido útil. En cualquier caso, vamos al pollo del arroz con carne.
Los 4 clasificados son: la Universidad Estatal de Louisiana (conocida como LSU o los Tigres; balance de 13- 0 en la regular), la Universidad Estatal de Ohio (a la que se refieren como Ohio State o Buckeyes; 13- 0), la Universidad de Clemson (también con el sobrenombre de los Tigres; 13-0) y la Universidad de Oklahoma (conocida como UO o Sooners; 12-1). Vamos con ambos juegos.
Peach Bowl
El 28 de diciembre tendrán lugar ambas semifinales. En la primera, LSU se enfrenta a los Sooners en el estadio de los Atlanta Falcons. LSU ha mantenido una defensa sólida, pero ha confrontado debilidades en su ofensiva durante los últimos años. Pese a ello, se encuentra en su mejor momento en este último departamento. Su quarterback, Joe Burrow, acaba de alzarse con el prestigioso trofeo Heissman, gracias a 4715 yardas acumuladas en juego aéreo, sendas victorias sobre rivales de peso como como Georgia y Florida y una épica sobre el poderoso Alabama Crimson Tide, gran ausente de la lid. Esta es la mejor ofensiva de toda la NCAA.
Jalen Hurts, QB de Oklahoma, proviene del Crimson Tide, con quien celebró un campeonato hace dos años y participó en la final de la temporada anterior. Pero esta batalla está bien cuesta arriba.
Mi predicción
LSU se impone por más de 10 puntos.
Fiesta Bowl
Aquí es donde Superman llora. Los Buckeyes son el equipo más seguido de la campaña y el centro de la polémica alrededor de la elección de las posiciones en el ranking, pues, para muchos debió ser No.1. Los Clemson Tigers son el campeón defensor luego de arrollar a Alabama a inicios de 2019 en un partido en el que su QB, Trevor Lawrence, pareció tocado por los dioses veleidosos del football.
Ambos están invictos, ambos han dado clase de ofensiva. Ohio ha descansado mucho en un juego terrestre inspirado por la combinación entre Justin Fields (QB) y J.K. Dobbins (RB); Clemson, en la precisión del juego aéreo de Lawrence, que no ha sido interceptado en 6 juegos consecutivos.
Clemson, sin embargo, es zorro viejo en estas lides y ha participado en esta clase de postemporada cuatro veces (de las cinco celebradas), ha llegado a tres finales y se ha ido con dos títulos.
Mi predicción
Clemson se lo lleva por menos de 7 puntos y mirando el reloj.
College Football Playoff National Championship Game
Si la predicción anterior era difícil, esta es casi imposible. Tigres contra Tigres, en lo que pudiera ser un partido épico (como ese LSU vs Alabama en New Orleans hace unas semanas) o un fiasco que se vaya de un solo lado (como sucedió en la final anterior en la que nada parecía salirle bien a Tua Tagovailoa, el QB del Crimson Tide).
Este posible enfrentamiento –que los otros equipos aun no son difuntos– es catalogado por la prensa como un instant classic y las estadísticas de ambos, la trayectoria en la temporada y el impulso ganado por los dos en los últimos encuentros parece corroborarlo.
Mi predicción
En un partido signado por esfuerzos defensivos, con menos 60 puntos combinados y por un margen menor de 7 puntos, LSU se lleva el tigre al agua.
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