De todos los audiovisuales transmedia que han existido, posiblemente sea Star Wars, —o La guerra de las galaxias, si así le gusta más— el que más ha crecido desde aquel lejano 25 de mayo de 1977, cuando su primer filme llegó a los cines de todo el mundo.
Desde entonces su canon creció y fue reiniciado tras la adquisición de Disney, pero la narrativa nunca ha dejado de construirse de forma más o menos coherente a través de películas, series, videojuegos, libros e historietas, entre otros formatos. Casi medio siglo después de su nacimiento, el “hijo pródigo” de George Lucas sigue haciendo lo mismo que todo buen universo que se respete y continúa expandiéndose con frecuencia.
La obra más reciente de esta franquicia es The Acolyte, serie que desde el pasado martes 4 de junio presenta nuevos episodios cada semana en Disney+. Con tres de sus ocho capítulos ya estrenados, esta nueva pieza del catálogo galáctico se ubica 100 años antes de los sucesos que conocimos en el Episodio I: La amenaza fantasma (The Phantom Menace, 1999) y nos lleva a conocer la Alta República, era durante la cual la Orden Jedi vivió su etapa de mayor poder e influencia.
Escrita por Leslye Headland, esta propuesta nos presenta un misterio que incluye a seres engendrados a través de la Fuerza; jedis con opiniones encontradas sobre lo que son la luz y la oscuridad; y sobre todo la aparición de un villano (de momento) desconocido, quien, mediante turbias conspiraciones y con el tradicional sable rojo de los Sith, promete poner en jaque a nuestros queridos monjes guerreros del espacio.
Amandla Stenberg interpreta a las versiones adultas de Osha y Mae Aniseya, unas gemelas que nacieron en Brendok y fueron separadas luego de un terrible incendio que acabó con su familia. Lee Jung-Jae, actor reconocible por su rol en la serie Squid Game (2021), es Sol, antiguo maestro de Osha que es enviado junto a su actual padawan, Jecki Lon (Dafne Keen), y el caballero Yord Fandar (Charlie Barnett), para investigar la muerte de la conocida Maestra Indara (Carrie Ann-Moss).
Lo primero que debemos destacar es que The Acolyte es un show con valores de producción a la altura de su legado. La dirección de arte y vestuario vuelve a regalarnos escenarios e indumentarias de lujo, capaces de aportar el realismo necesario a este cuento tan lleno de fantasía.
También es justo ponderar la calidad de los efectos prácticos y la maravillosa recreación de ambientes tan diversos como el templo jedi de Coruscant y un bosque templado con todas las de la ley, lo cual deja claro que una de las mayores fortalezas del material recae en su efectiva visualidad.
Las escenas de acción y combate están muy bien armadas, pese a que en ciertas ocasiones se aprecian ciertos excesos en las coreografías, hecho que le resta naturalidad al espectáculo.
Tampoco se aprecian grandes desbalances en el elenco, que incluye a Manny Jacinto (Qimir), Rebecca Henderson (Maestra Vernestra Rwoh), Jodie Turner-Smith (Madre Aniseya), Dean-Charles Chapman (Maestro Tobin) y Joonas Suotamo (Maestro Kelnacca), todos capaces de representar con la justa solvencia a cada uno de sus alteregos.
Desde lo narrativo se agradece mucho el intento de Headland y su equipo por aportarnos una historia con matices y de mostrarnos una versión de jedi más “sobrada” que la publicada en la trilogía de precuelas. La muerte de Indara en el primer episodio, nos deja claro que asistiremos a algo diferente y que aquí las expectativas no serán las de siempre. Sin embargo, eventualmente salen las costuras y la magia se diluye.
Según lo que hemos visto hasta ahora, se nota un genuino interés por contar Star Wars desde otra óptica, así como de replicar ese tono solemne y aventurero que tanto disfrutamos en los Episodios I, II y III, sobre todo. Sin embargo, los problemas para sentar bien el tono y lo básico del argumento lastran el rendimiento general de una propuesta repleta de potenciales virtudes.
Si bien estamos ante una atractiva aproximación a Star Wars, The Acolyte está lejos de emular los aciertos y el carisma de algunas predecesoras como The Clone Wars, Andor, The Mandalorian, Rebels e incluso The Bad Batch.
Aunque el mensaje es de los más atrevidos que hemos observado en productos de este universo, los diálogos son pobres y el giro inicial del guion se anuncia más que una manada de elefantes en un día despejado.
Por otra parte, el personaje de Mae, la “gemela malvada” de Osha, es, hasta ahora, uno de los antagonistas más antipáticos y pésimamente desarrollados de la franquicia. Sus motivaciones infantiles, en todo el sentido de la palabra, la vuelven plana y hasta ridícula, tanto, que a su lado Kylo Ren parece Darth Vader.
A falta de cinco episodios para su final, no hay que ser un genio para saber que The Acolyte difícilmente consiga convertirse en uno de los pilares de la franquicia. Sus problemas de guion, sus conflictos simplones y personajes algo planos la hacen aspirante a, como mucho, un aprobado justísimo.
Imperfecciones aparte, tampoco estamos ante el despropósito que muchos se han empeñado en señalar, usando argumentos realmente absurdos como la aparición de un jedi gordo, los orígenes de Osha y Mae, y la sexualidad de sus madres. La serie es salvable y, al contar con los ingredientes básicos que han hecho tan grande a esta marca, seguramente complacerá a la mayoría de fans de Star Wars. No es esta una una receta digna de una estrella Michelín, pero está lejos de ser “incomible”.
0 Comentarios