Este texto contiene spoilers
Los creadores David Benioff y Daniel “D.B.” Weiss vivieron durante casi una década en la cresta de la ola, gracias al éxito que cosecharon con Juego de Tronos, adaptación televisiva de la saga literaria Canción de Hielo y Fuego, de George R.R. Martin. Sin embargo, con el tiempo, la dupla de escritores terminó siendo blanco de incontables y justificadas críticas debido a la apresurada y francamente “chapucera” temporada final que escribieron para ese legendario show, emitido por HBO entre 2011 y 2019.
Alrededor de un lustro después de aquella “ruptura traumática”, Benioff y Weiss recibieron el encargo de trabajar en una nueva obra inspirada en la conocida saga de ciencia ficción El recuerdo del pasado de la Tierra, del chino Liu Cixin.
3 Body Problem, traducida al español como El problema de los tres cuerpos, primera novela del universo creado por el asiático, funciona como título del show de Netflix en el cual trabajaron estos guionistas junto a su colega Alexander Woo.
La serie, cuya primera temporada de ocho episodios fue estrenada el pasado 21 de marzo en la mayor plataforma de streaming a nivel mundial, nos ofrece una reinterpretación del ambicioso texto original y busca expandir su mensaje mediante un elenco internacional formado por estrellas como Jess Hong, Liam Cunningham, Jovan Adepo, Eiza González, Benedict Wong, Alex Sharp, Rosalind Chao, Jonathan Pryce y John Bradley, entre otros.
El marco del relato se ubica en dos momentos: primero, la China de los años 60, sitio en donde tiene lugar la llamada Revolución Cultural de Mao Zedong, proceso histórico que consistió también en una suerte de una purga ideológica masiva que acabó con la vida de muchísimas personas. En ese entonces conocemos a la joven astrofísica Ye Wenjie (Zine Tseng), cuyo padre, un profesor universitario de Física, fue etiquetado como “enemigo” y asesinado por la guardia roja de Mao.
Enviada a un campamento de trabajos forzados en el norte del país, Yin se mete en problemas y, como “castigo”, es captada para cumplir el resto de su condena en el proyecto Costa Roja, mediante el cual el gobierno pretende enviar señales al espacio a través de un poderoso radiotelescopio. Desde allí, la chica, decepcionada del mundo en que vive, contactará con una civilización alienígena conocida como San-Ti (aquí los llamaremos trisolarianos, igual que en las novelas) y se ofrecerá como emisaria para ayudarles en la conquista de la Tierra.
Más de 50 años después de aquel primer contacto, en el presente, se cruzan las historias de Clarence Shi (Wong), detective al servicio de la Agencia de Inteligencia Estratégica (SIA, por sus siglas en inglés), quien, por órdenes de su jefe, Thomas Wade (Cunningham), investiga las misteriosas muertes de varios científicos reconocidos. Precisamente una de las que pierde la vida es Vera Ye (Vedette Lim), hija de Wenjie, y este suceso repercute en cinco egresados de Oxford y asociados suyos: Jin Cheng (Hong), Saul Durand (Adepo), Auggie Salazar (González), Will Downing (Sharp) y Jack Rooney (Bradley).
Eventualmente, la SIA y los cinco de Oxford irán descubriendo la realidad en torno a la conspiración global que implica la llegada de los trisolarianos —programada para dentro de cuatro siglos—, quienes aspiran a convertir la Tierra en un nuevo hogar en donde renacer luego de millones de años intentando sobrevivir ante las impredecibles condiciones de su planeta natal.
Los visitantes mantienen a la señora Wenjie y a Mike Evans (Pryce) como cabecillas del “comité de recepción” que prepara su aún lejano arribo. No obstante, pronto la situación cambia cuando estos descubren los peligros subyacentes en la tendencia humana al engaño y la mentira, dos conceptos que son inconcebibles dentro de su filosofía extraterrestre.
Los episodios que componen esta primera entrega introducen eventos, subtramas y personajes a un ritmo vertiginoso, tanto que no serán pocas las veces en las que tocará poner pausa con tal de entender todo lo que sucede. No obstante, la narrativa es sumamente sencilla (que no simple) y seguirle el paso a la trama no será problema alguno. Su madeja se desenreda lo suficientemente rápido como para mantenernos enganchados y se reserva lo justo para no revelar más de lo que debiera.
En contraposición a la veloz progresión dramática de la propuesta, es curioso cómo los creadores se las arreglan para darle un carácter sosegado a lo que sucede. 3 Body Problem no se caracteriza por tener escenas de acción, aunque sí supieron poner en valor los efectos visuales para contarnos este cuento intergaláctico, pero nunca buscaron depender de ello, sino que lo usaron como complemento más que como “carátula” para vender.
Despojada de momentos que buscan el efectismo barato “made in H/Bollywood”, sí que encontramos emoción en esta serie. Lo que sucede es que, en lugar de utilizar eventos de naturaleza “exotérmica” como explosiones y persecuciones en automóvil, las reacciones aquí son más del tipo “endotérmico” y buscan reflejar el impacto de cada una en el interior de los personajes.
El resultado que consiguen Benioff, Weiss y Woo es un relato complejo, pero fácilmente digerible. Entre sus mayores virtudes se encuentran la construcción de un set de personajes multidimensionales que lidian con los problemas de una forma coherente, pero sin perder su humanidad, tal como sucede en otro gran referente como The Expanse.
También es justo ponderar el valor de los diálogos, siempre empleados quirúrgicamente para dejar caer interesantes reflexiones en torno a fenómenos como la muerte, el amor o el poder, así como otros relativos a la trascendencia y el legado.
A pesar de su elegante narrativa, sus guionistas decidieron tomar fórmulas ya probadas y combinarlas de manera coherente. El drama procesal/familiar/histórico, la guerra, la inteligencia artificial, los viajes interestelares y el espionaje son algunos ingredientes lanzados a la “batidora”, de la cual sale un producto final satisfactorio, pero aún mejorable.
El mayor pecado que se le señala a esta temporada debut es su final anticlimático. Toda la inercia que se construye durante varios capítulos cae de pronto en una última media hora que nos sorprende por su tono agridulce. Sin embargo, y dejando los gustos de lado, no coincido con que esto sea un defecto, sino más bien un reflejo de cómo incluso las mentes más brillantes pueden c*garla estrepitosamente.
Si algo queda claro al cierre del octavo episodio, es que para la temporada siguiente crecerán las expectativas. Esto pondrá sobre Weiss, Woo y Benioff un extra de presión, que tal vez sea exactamente lo necesario para que la historia muestre todo su potencial y haga honor al espectacular y “jugoso” imaginario de Liu Cixin.
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