«Heels»: lucha libre profesional y sentimientos

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En el mundo de hoy, tal y como lo conocemos, hay cosas cuya falsedad nunca ha estado en duda. La honestidad de ciertas políticas, la existencia del monstruo del Lago Ness… pero ni de lejos son los únicos ejemplos.

Otro clarísimo es la lucha libre profesional, la cual nada tiene que ver con una competición deportiva real como las artes marciales mixtas, sino, más bien, con una representación escénica de esa eterna e incombustible disputa entre el bien, representado por los faces (técnicos) y el mal, encarnado por los heels (rudos).

En ese espacio, los finales no suceden por sorpresa. Detrás del cuadrilátero hay gente que escribe guiones y va enriqueciendo la narrativa entre un espectáculo y otro, en dependencia de lo que pida el show. De esa forma se garantiza que el público, conocedor de que golpes y suplex no son más que fachadas, se mantenga atento para ver qué sucederá próximamente con cada personaje, tal y como si de una novela por entregas se tratara.

Basado en este mundo que mezcla de una forma fabulosa la vulgaridad de un barrio periférico cualquiera con el histrionismo del teatro clásico griego, en 2017 la cadena Starz dio luz verde a Michael Waldron, escritor que ha trabajado en Rick & Morty y Loki, para que creara una serie inspirada en la vida de un grupo de atletas/artistas que viven y respiran lucha.

El resultado fue Heels, serie cuya primera temporada de ocho episodios fue emitida en la segunda mitad de 2021 y que a estas alturas podemos catalogar como uno de los sucesos televisivos más agradablemente inesperados de los últimos tiempos.

Todo (o casi todo) gira en torno a la familia Spade. El patriarca, harto de vivir, se pegó un tiro y dejó a la deriva la Duffy Wrestling League (DWL), campeonato pueblerino creado por él mismo hace décadas. Un año después de ese suceso, el hijo mayor, Jack (Stephen Amell, aka Oliver Queen en Arrow), también luchador, intenta reflotar el negocio y, para ello, cuenta con la ayuda de su hermano Ace (Alexander Ludwig, aka Bjorn en Vikings), como una de las principales figuras que cada semana divierten a los vecinos del lugar junto al resto de sus colegas luchadores.

Uno de los factores esenciales para Jack y compañía es mantener el kayfabe, o sea, preservar la “realidad” en torno al montaje ficticio que se arma semanalmente, lo cual se traduce en ciertas reglas y actitudes que deben cumplir todos ellos en su interacción con la vecindad, con tal de mantener las expectativas de la gente de cara a cada nuevo show.

Basta con ver el capítulo inicial para tener claro que Heels guarda muchas similitudes con otras series como GLOW, Friday Night Lights o Sons of Anarchy. Con ello queremos decir que este no es un audiovisual pensado para “llenarnos” desde el primer minuto. Por supuesto que resultan atractivas sus escenas de acción tan bien armadas, la complejidad palpable en cada conflicto y unos diálogos que, más allá de las “malas palabras”, están cargados de verdad y sentido. Por otro lado, también es evidente que en la “cocina” de Waldron todo se hace a fuego lento y con el ritmo necesario para ir conectando con la audiencia sin violentar pasos lógicos.

El principal guionista se toma un buen tiempo para explicarnos los conceptos de este fenómeno mediático de gran arraigo en diferentes lugares del mundo, lo cual puede hacer que los primeros compases del argumento resulten un poco lentos y que la rivalidad entre Jack y Ace parezca ser el único centro de atención. Sin embargo, basta un poco de paciencia para entender las reglas con las que juega el “cuentacuentos”.

Por una parte, tenemos el compromiso obsesivo del mayor de los Spade con la DWL y cómo eso termina afectando su dinámica familiar. Ese es uno de los elementos que más nos remiten a las narraciones. Su deseo por ser mejor padre y esposo queda opacado constantemente por una suerte de complejo de dios que lo lleva a querer controlar absolutamente todos los aspectos del espectáculo que comanda y, a la vez, a lacerar sus relaciones con quienes le rodean.

Luego, tenemos a Ace, joven que soñaba con ser quarterback y terminó metido en un traje de spandex. Y tampoco es que el chico odie estar vinculado al legado familiar, pero las prisas de la vida nunca le dieron tiempo para procesar la pérdida de su padre y mucho menos encontrar una identidad más allá del cuadrilátero.

Durante la introducción alargada de la serie, que dura más o menos tres capítulos, la dinámica fraternal y su extensión hacia el espacio familiar acapara demasiada atención y termina por darle muy poco tiempo en pantalla a otros personajes deliciosos como Crystal (Kelli Berglund), Rooster (Allen Maldonado), Willie (Mary McCormack) o Charlie Gully (Mike O’Malley). Luego estos sí “crecen” y se convierten en la verdadera sal de Heels.

Si algo se disfruta es que, en este mundo de tanta testosterona, los estrógenos terminan por imponerse de la misma forma. A pesar de no tener tanto tiempo en pantalla como merecen, tanto Willie como Crystal, además de Staci (Alison Luff), esposa de Jack —quien sí acapara bastante atención—, van “desarrollándose” individualmente durante la segunda mitad de la temporada y por ahí también logran explotar ese sentimiento de sororidad que convierte sus disputas en combustible para tomar el control de la situación que sea.

Al final, Heels es un relato que va de gentes que se equivocan (mucho), pero que, entre accidentes, malas decisiones y palabrotas, hacen lo posible por mejorar, aunque no siempre se note tanto como quisiéramos. La mejor definición de esto la hace Apocalypse (James Harrison Jr.) al comienzo del episodio 6, cuando dice:

“No me puedo agobiar constantemente o sería un inútil. Pero mi tendencia es a recordar mal mis errores, o hacer como si no fueran tan impactantes para el molde actual de mí de ser un buen tipo. La cosa es que, si los olvido, los disminuyo. Si no los uso, como ya saben, abono para un mejor yo, soy propenso a volver a los mismos terribles impulsos y los terribles resultados. Ten gratitud por tus arrepentimientos, están ahí para recordarte que debes ser una mejor versión de ti”.

Les anunciamos que el final de esta primera tanda queda tan abierto como cabría esperarse para la segunda temporada, anunciada hace algún tiempo por la cadena de televisión. Sea como sea, la recomendación de ver Heels está hecha. Su trama es interesante y capaz de conectar con cualquiera que tenga un mínimo de humanidad. Una vez ganada la inercia necesaria, lo que está por venir promete ser incluso más emocionante. Ya veremos qué nuevos dilemas tiene pensado el guionista para sus rudos y técnicos.

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