Cuando Netflix anunció que los productores de la popularísima y aclamada Dark estaban preparando una nueva serie para esa plataforma de streaming, todos los fans de la ciencia ficción se relamieron pensando en un nuevo delicatesen televisivo llegado desde Alemania.
Sin embargo, desde el estreno del trailer de Tribes of Europa las expectativas cambiaron bastante. Aquello no parecía presentarse como un show demasiado profundo y filosófico, sino como como uno más centrado en las aventuras y la acción. En todo caso, todo eran puras especulaciones a esas alturas.
Finalmente, en febrero fue lanzado el programa y resultó ser que sí, pues quienes lo imaginamos como la versión simplona y sangrienta de su “oscura” predecesora teníamos bastante razón.
La historia está llena de clichés. En primer lugar, se trata de una de esas distopías en donde el mundo ha pasado por cierto apocalipsis –en este caso tecnológico– y el continente europeo se halla dividido en diferentes tribus o facciones que pelean por la supremacía. Vamos, que tal puesta en escena nos recuerda todo el tiempo filmes realizados hace tres o cuatro décadas y no una producción de 2021.
De vuelta al terreno de lo trillado, tenemos un trío de hermanos: Liv (Henriette Confurius), Kiano (Emilio Sakraya) y Elja (David Ali Rashed), quienes viven tranquilos en su aldea de sobrevivientes ecológico-pacifistas, hasta que un día cae una nave del cielo y este suceso termina provocando el asesinato de toda su gente y poniendo a cada uno de ellos en un camino totalmente distinto.
Solo a partir del episodio inicial o piloto pueden sacarse varias conclusiones que sirven para describir por dónde van “los tiros” en Tribes of Europa.
En primer lugar, está bastante sumamente predecible, con lo cual ya el “gancho” no es una garantía de cara a los siguientes cinco capítulos. Luego tenemos el hecho de que ninguno de los tres protagonistas destaque particularmente por sus dotes histriónicas, cosa que, por un lado, hace que sus personajes se sientan vacíos y, por otro, tampoco consigan generar la empatía necesaria en el público. En fin, que llegamos a un punto en que nos da igual lo que pase con ellos.
El colmo de la apertura es un tema de insulto a la inteligencia del televidente promedio. Resulta que la serie está ambientada casi cinco décadas después del Diciembre Negro, una especie de apagón digital absoluto que afectó al planeta. Hasta ahí todo bien, pero ¿cuál no sería el asombro de quienes vimos cómo una tribu que dice vivir en armonía total con la naturaleza tenía…? ¡antibióticos perfectamente conservados y material médico que parecía recién sacado de la sala de esterilización!
Por supuesto que lo de antes no genera tanto ruido como ver jeeps, camiones y otros vehículos terrestres rodar por todas partes, vaya usted a saber con qué combustible, pues no me creo que las refinerías sigan siendo operativas a esas alturas.
En otro sentido, a nivel narrativo todo va de cómo los personajes principales lidian con la nueva realidad que les ha tocado por obra y gracia del guion. Así, tenemos a Kiano convertido en esclavo de los Cuervos, Liv uniéndose a los soldados de la República Crinsom, y a Elja como compañero de viaje del pintoresco chatarrero Moses, interpretado magistralmente por Oliver Massucci (el Ulrich de Dark).
Fuera de ahí, todos los demás parecen pura hojarasca. Solo se salvan del acartonamiento el propio Moses y Lord Varvara (Melika Foroutan), dos caracteres que aportan las mayores dosis de sustancia y sabor a los sucesos que se cuentan.
Paralelamente a lo mediocre del storytelling y el flojo ritmo narrativo, sí hay que destacar el diseño de producción que logra armar una versión generalmente creíble de este Viejo Continente en ruinas, marcada por la anarquía y la ausencia de diplomacia. Sí, aquello del inmaculado blíster de antibióticos y la gasolina de dudosa procedencia son chapucerías enormes, pero los restantes elementos de este universo escapan usualmente a tales groserías.
No obstante, y aunque el mundo que se nos presenta no cree tanto ruido como el resto de los componentes de Tribes of Europa, da la impresión de que podrían haber situado la acción un poco más lejos en el tiempo, de forma que resultara menos forzada la transformación del mundo en esa suerte de medioevo con armas automáticas.
Hacia el final de la temporada, sí se puede decir que logran tejer conflictos y situaciones que hacen que el cierre de esta tanda desemboque en una posible continuación que tal vez nos interese más. En cualquier caso, habrá que ver si Netflix decide renovar la serie o, en cambio, invertir sus billones en algo más, acaso de la misma calidad.
Desde aquí lo invitamos a ver Tribes of Europa, una serie lejos de la perfección y de cualquier ovación crítica, pero que arma a duras penas un precedente que pudiera mejorar de cara al futuro.
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